jueves, 27 de febrero de 2020

El agua, el ofertorio y el Talmud




Hay un pequeño gesto litúrgico en el ofertorio que puede pasar desapercibido si no se presta la correcta atención. El sacerdote pone vino en el cáliz y, antes de hacer la ofrenda, agrega una pequeña proporción de agua.

Se ha discutido mucho en este blog sobre el sentido del ofertorio y sus dos visiones a partir de la reforma litúrgica efectuada por el Concilio Vaticano II.  No vamos a reeditar la discusión pero para simplificar, a los efectos de comprender el punto de este post, hay una concepción  más “sacrificial” y otra más orientada a la conmemoración de una cena festiva. De acuerdo a la primera en el ofertorio se ofrece la víctima que se sacrificará y, por tanto, es el cuerpo y la sangre de Cristo lo que se ofrece. En la segunda se ofrecen el pan y el vino, fruto  de la naturaleza y del trabajo del hombre, que se van a compartir en la cena.

La cuestión hoy es la importancia del pequeño gesto de agregar agua al vino en uno y otro caso y contar de dónde viene.

En el sentido sacrificial el agua configura la participación de todos los hombres en la ofrenda de Cristo. El minúsculo gesto se nos convierte en esencial pues es el modo de hacernos partícipes del Sacrificio de Cristo en la Cruz y de las gracias que ello nos merece. El agua nos hace parte de la ofrenda y del sacrificio.

Si lo que se ofrece es el vino no sabría explicar cuál es el sentido de agregar el agua…

Ahora bien. Más allá de la razón, podemos buscar el origen del gesto. 

Es claro que el origen de la misa católica y la institución de la Eucaristía se da en la última cena que guarda una estrecha relación (más allá de que fuera exactamente o no) con el “seder de Pesaj” (la cena judía de la Pascua). Es decir, se trata claramente de una cena judía que cumplía con todos los rituales judíos de la época. Especialmente con las bendiciones. 

Para enterarnos de lo que hacía Jesús uno de los libros del Talmud, el más viejo y central, es de mucha utilidad. Se trata de la Mishná (que es la transcripción de las tradiciones orales hecha por los contemporáneos de Cristo y los apenas posteriores). Por su parte la Guemará aporta los comentarios a esas tradiciones. 

Dentro del Talmud uno de los tratados está dedicado a las bendiciones y los modos de celebrar las fiestas. Se trata de Berajot o Brajot.

Allí, además de las bendiciones de la que está tomado el texto del nuevo ofertorio, puede encontrarse un dato curioso.  Se dice especialmente: “no se pronuncia la bendición del vino sin agregarle antes agua dentro de él para diluirlo”. La razón es que el vino de la época de Cristo y en esa zona era demasiado concentrado y era llamado “vino vivo”. 


Es decir que todo hace suponer que Cristo ya desde la última cena agregó el agua antes de ofrecer el cáliz. 

Natalio

domingo, 9 de febrero de 2020

Benedicto, el Templo, el carpintero y el aprendiz






Leyendo el libro de la polémica (Dal profundo del nostro cuore) encontré en el texto de Benedicto algo que me llamó mucho la atención. Es una secuencia lógica común al cristianismo y al judaísmo y es la “particular presencia De Dios en el Templo” de Jerusalén. Dios no estaba en la sinagoga (donde estaba la Torá, donde estaba la Palabra). Dios estaba en el Templo.

Volviendo a la vieja discusión de las dos mesas (“la mesa de la Palabra” y la “mesa de la Eucaristía”) en la que se dan dos “presencias” De Dios (porque Cristo es el Logos y Cristo está en la Eucaristía) Cristo no dice que la sinagoga (la primera mesa, donde “vivía” la Torá, la Palabra) es su casa ni la casa de su Padre ni su Cuerpo. Sin embargo sí dice que es la Casa De Dios el Templo y el Templo es su Cuerpo (Juan 2, 21).

Para los Judíos el Templo era también la Casa De Dios (no la sinagoga). Sin Templo el Pueblo judío entró en la diáspora y cambió la esencia de su religión. La centralidad sacrificial y gran parte de sus prescripciones quedaron girando en falso. La presencia De Dios en medio de ellos (ese era el sentido del Templo) se rompió para siempre y no puede ser reedificada. Cristo fue, es y será el último y eterno Sacrificio del Templo, Cristo fue, es y será “Dios con nosotros”. Es la presencia viva De Dios en medio de su pueblo. Histórica y teológicamente Cristo suplantó el Templo.

Pero Benedicto incluso va más allá y explica la causa de la destrucción del Templo. Esto es un eje central de la vida del judío y de su estudio. ¿Por qué Dios los abandonó? ¿Por qué Dios (que estaba en el Templo) ya no está ni estará en medio de ellos de nuevo? Esta es una pregunta central en todo el Talmud y eso me hizo recordar una historia.

Uno de sus libros, el Gittin o Guitin, tiene un capítulo entero de hagadots (enseñanzas en forma de historias, las parábolas de Cristo eran típicos hagadots judíos) referidos a la destrucción del segundo Templo. Se trata de explicaciones o historias que explican el por qué de la destrucción. Una de ellas siempre me llamó la atención y es la que quiero compartir.

El contexto en el que la historia es contada ya es curioso porque le piden al Maestro que explique un pasaje de Miqueas (Mic. 2,2) en los cuales se cuenta los sufrimientos del pueblo de Israel y terminan con la promesa del Mesías. Todo un signo…

Ante la pregunta el maestro cuenta la historia del Carpintero y el aprendiz del carpintero. Resulta que el aprendiz de carpintero había “puesto sus ojos” sobre la mujer del carpintero (le gustaba, la deseaba o como quieran traducir a nuestros términos actuales). En cierto momento el Carpintero necesitó plata y el aprendiz dijo: envía a tu mujer a mi casa y yo le prestaré el dinero que necesitas. El carpintero envía a su mujer y ella se queda tres días en casa de aprendiz. Después del tercer día vuelve el aprendiz a lo de su maestro que le pregunta por su mujer. El aprendiz le dice que la envió pero escuchó que unos jóvenes la violaron en el camino. ¿Y qué debo hacer ahora? Pregunta el Maestro al aprendiz. El aprendiz le aconseja que se divorcie (la Ley permitía el divorcio en este caso). El Maestro le dice que no puede porque tenía que pagar una gran dote (es decir, si se divorciaba tenía que devolver mucho dinero que no tenía, los casamientos judíos tienen una suerte de “contrato” que se llama Kethubah) a lo que el aprendiz responde que le prestaría también esa suma para que se pueda divorciar. Cuestión es que el Maestro se divorcia y el Aprendiz se casa con la esposa. Cuando llega el momento de devolver la plata el Maestro no la tenía por lo que el aprendiz lo hace trabajar para él (las obligaciones no cumplidas convertían al deudor en sirviente del acreedor). Es así como el Aprendiz y la ex comían y bebían mientras el Maestro les servía y sus lágrimas caían en sus copas.

Hasta ahí la historia pero el Talmud agrega a continuación una frase terrible: “y desde aquella hora el destino quedó sellado” en clara referencia a la destrucción del Templo. La pregunta que se impone es: ¿Qué quiere decir la historia? ¿Cuál sería la enseñanza de la parábola?

De las diversas interpretaciones una muy marcada y muy lógica en el contexto explica que el Maestro sería Dios, la esposa los judíos (siguiendo una tradición de los profetas mayores que usan mucho esa analogía) y el Aprendiz (el malo por supuesto) el Cristianismo. El pueblo judío es tentado por los paganos y Dios termina llorando por la traición de su pueblo. Como dato de color de esta interpretación hay una cosa muy judía y muy de hermano mayor: le terminan echando al culpa a Dios por lo que les pasa (por la indiferencia De Dios terminan siendo seducidos por los paganos…).

Con el diario del lunes uno podría decir que el aprendiz es el mundo gentil, el maestro (que tenía los conocimientos y la elección) era el pueblo judío y la esposa Dios que, ante la indiferencia del pueblo judío, termina yendo a los gentiles. Y así es como el judaísmo llora sobre fiesta de la Gracia. Para más datos en este sentido la última frase después de decir que desde esa hora el destino quedó sellado agrega: “sin embargo algunos dicen que son dos mechas y una sola llama”. (Esto da para otra historia entera…)

Más allá de todo esto mi punto es otro. Si el aprendiz se había enamorado de la esposa y esa le daba calce directamente se podría haber escapado con ella. Pero no. Hizo todo según la “ley”. Todos sus actos “exteriores” cumplieron con la ley (hizo que el otro se divorciara, cumplió la Kethubah, se casó y lo convirtió en su servidor) aunque su sentir era malo y su intención perversa. Era un sepulcro pintado de blanco impoluto por fuera y lleno de gusanos por dentro. Por ese modo de entender la religión se destruyó el Templo.


Como dice Benedicto: Questo significa che Gesù considera la distruzione del Tempio come conseguenza dell’atteggiamento sbagliato della gerarchia sacerdotale dominante. Dio però qui – come in ogni punto di svolta della storia della salvezza – utilizza l’atteggiamento sbagliato degli uomini come un modus del suo amore più grande. A questo livello evidentemente Gesù considera in ultima analisi la distruzione del Tempio esistente come un passo del risanamento divino e la interpreta come definitiva nuova formazione e impostazione del culto.

Natalio