lunes, 20 de julio de 2009

Un libro aparecido


Pocos días antes de partir, un amigo me hizo llegar abundantes regalos. Entre ellos había un par de libros y otras varias cosas para leer que cambiaron por completo mis planes de lectura campestre.

No me gusta recomendar libros "masivamente", es más, considero que no es bueno. Tengo una idea medio "providencialista" de las lecturas, no creo que cualquier libro sea para cualquier persona en cualquier momento de su vida. En fin, tema largo.

No obstante, hoy quiero recomendar uno que me parece indispensable para los tiempos que corren y para la vida de la Iglesia. Me parece un libro que es necesario leer y debatir.

Tiene un título y varios subtítulos, se los pongo por orden de aparición: "El caso auténtico" del "vengan y vean" al "vayan y hagan" - Venir y ver - Apreciando el "Discípulos y misioneros" de Aparecida.

Como recomendación del libro se vienen a continuación: una confesión; una breve descripción temática (mi visión del problema, para la del autor o las propuestas de solución está el libro) y algunas propuestas para debatir y seguir calibrando (en el escaso límite de un post porque da para toda una vida de conversaciones a media luz...).

La confesión

A decir verdad cuando tomé el libro en mis manos sufrí un encontronazo de sentimientos. Por un lado, la alegría, admiración, ansia, etc. que el hecho de leer algo de ese autor me generaba, pero por otro el remate del subtítulo y su mención al documento de Aparecida me generaban un profundo rechazo.

Como se ve en el blog el tema religioso me apasiona, pero desde una suerte de "anticlericalismo galopante". Con la salvedad del presente Papa, los textos o documentos de encuentros, sínodos, asambleas, tertulias o lo que fuera me espantan por completo. En el caso concreto, Aparecida me importó un rábano (me confieso pecador y golpeo mi pecho mientras esto escribo).

Evidentemente las ganas de leer al monacal autor fue más fuerte y comencé a leerlo de inmediato.

Pero volvió el ataque anticlerical. En mi última asistencia a una actividad académica antes de la partida los que veían mi libro decían: ¿estás leyendo un libro sobre Aparecida? ¿estás bien? Y yo tenía que explicar que sí pero que no, que el autor tal cosa y tal otra....

Luego de leerlo puedo advertir a los que tienen sentimientos parecidos a los míos que el libro no habla del documento, lo usa (casi siempre sólo en las notas) como trampolín. Habla él sobre la temática tratada en el documento de Aparecida.

Termina siendo una propuesta apetitosa, sea para los anticlericales en tanto sólo aborda la temática y lo hace desde los padres, literatos, filósofos, librepensadores, etc., o para los clericales, en tanto sirve como una ayuda interpretativa del documento en cuestión.

Descripción temática

El tema del libro es lo que tiene una urgencia e importancia cruciales para la vida cotidiana de la Iglesia.

Es el viejo asunto de la misión y los misioneros ¿quién misiona? ¿qué misiona? ¿para qué misiona? ¿cómo misiona?

Muchas veces parece confundirse (la denuncia la hace el Papa) a la Iglesia con una suerte de ONG. Se considera que "misionar" es ir a ayudar a los pobres. Que la función de la Iglesia es que a nadie le falte nada.

Y la consecuencia de ello es que ya no importa el prepararse "para" misionar. ¿Qué hace falta para misionar? "Tener ganas de ayudar al otro...."

La "misión" se convierte en un hecho específico y los "misioneros" en jóvenes idealistas que quieren cambiar el mundo.

En esa instancia aparece la tensión entre "la acción" y "la contemplación"; Marta y María; los discípulos y los misioneros; vida activa y vida contemplativa, etc.

El punto de partida del libro vendría a ser: "nadie da lo que no tiene", ergo, hay que dar por desborde, por abundancia, etc. La tensión no es tal, todos debemos ser primero María y después Marta; primero discípulos y después misioneros; primero orantes y luego oradores; etc.

Pequeños apuntes (muy pequeños para no alargar más)

Al comienzo enumera el instrumental que usará para afrontar y explorar los extremos en tensión: acción-contemplación.

El primero es la paradoja. Varios en el blog son cultores de este instrumento y lo usan con altura y soltura. Los dejo a ellos pero, en el caso, es la verdadera clave del libro.

El segundo es el de la analogía y creo que se puede emplear mucho más (en especial en alguna cuestión que luego propondré como continuación para el diálogo). En particular, el uso de ella en el libro me hizo recordar otra tradición etimológica distinta a la usual. Generalmente se la describe como la diferencia (ana) en la unión (logos) pero existe otra que considera el "ana" como ascenso. En esta otra visión, lo diferente encuentra en lo alto lo común (el logos). La diferencia tiene en su altura un logos común.

La tercera es la Perijóresis o el Pericón Trinitario. El autor explica mediante citas como el dos exige el tres y así las Tres Personas divinas danzan entre ellas. Pero así como el 2 llama al tres, el tres llama al cuatro y la danza Trinitaria invita a una cuarta que es nuestra Madre Hermosa (todo un tema para charlar con literatura incluida). En cualquier caso, en el libro aparece siempre la Señora enseñando el paso de baile justo.

Saliendo ya del instrumental, y dado que ha quedado muy largo, marco dos cuestiones para charlar sobre los enunciados.

Aparece por allí una antinomia entre "tradicionalismo" y "novedosismo". Creo que no hay que dejar que los atunes, los jureles y demás "conservas" nos roben la palabra. La antinomia es "conservadurismo" y "novedosismo". La Tradición es, justamente, el equilibrio virtuoso donde lo viejo se hace nuevo, donde la misma tierra da frutos nuevos, etc.

Por último, una cuestión para afinar más (con el instrumento analogía por ej.). Es la cuestión del mandato a misionar: quién lo tiene, quién lo da, cómo lo da, etc. Y es que la Iglesia es "constitutivamente" jerárquica. Todas las lecturas del Domingo apuntaban a la figura del Pastor y la tendencia es a extender, sin más, lo mandado a los apóstoles a todo el resto, lo mandado a los pastores a las ovejas. Esta cuestión -que en algún modo excede el objeto del libro- me parece que puede ser el punto a afinar en conversaciones y debates.

En fin, demasiadas palabras para decir que es un sabroso y ameno libro que es más que conveniente leer.

Natalio

Pd: La similitud entre el estilo del autor y el de algún amigo o comentarista del blog es mera coincidencia...

sábado, 4 de julio de 2009

Un combate singular


Unos siglos antes de Cristo (cuando se abrían los portales de la “plenitud de los tiempos” como podemos charlar otro día) dos ideas se batieron a duelo en combate singular. Dicho duelo era un antecedente del que librarían la Vida y la muerte en el Viernes Santo y es, a la vez, otra manifestación de un duelo “casi” eterno, desde los primeros padres hasta la vuelta de Cristo.

En esta u otras formas el combate siempre es el mismo y tanto la Tradición, como la Revelación -e incluso la historia- nos muestran reediciones (cada una de ellas, en especial las bíblicas, dan para varios post que voy a intentar retomar) de lo mismo.

En la manifestación en la que me centraré hoy, las ideas usaron como armas dos hombres singulares que plantearon la cuestión en los siguientes términos:

“El hombre es la medida de todas las cosas” dijo uno.

“Dios es la medida de todas las cosas” le replicó el otro.

Si bien los enunciados aparecen como irreconciliables y antagónicos, la realidad es que, si no conoce el origen de una idea y, a pesar de ello, nos adentramos en el desarrollo de alguna de sus consecuencias, es muy complicado percibir una u otra cosmovisión.

Si atendemos al enunciado, vemos que, con sólo afinarlo un poco, la confusión entre el trigo y la cizaña se manifiesta:

“El hombre es la medida de todas las cosas, incluso de Dios”.

“Dios es la medida de todas las cosas, incluso del hombre”.

Así planteadas las cosas queda un espacio compartido de confusión entre las dos ideas antagónicas donde “hombre” y “Dios” comparten “algo” de la medida.

Si ahora tomamos los antropomorfismos de todas las culturas y tradiciones (con minúscula porque, propiamente o en sentido restringido, no hay Tradición si no hay Verdad) encontramos lo mismo. Sea que busquemos en la mitología griega, sea en el Popol Vuh, sea en las tradiciones védicas o en donde se quiera, se encuentra algún tipo de antropomorfismo divino.

Si tomamos el Antiguo Testamento la cuestión se reedita hasta límites “humanamente” casi irreverentes para con Dios.

Pero ahora volvamos al principio, las dos ideas se baten en un duelo a muerte, son incompatibles, una es divina la otra demoníaca, una nos salva la otra nos pierde…

Pero además de mandarnos al Salvador, Dios se encargó de que nos quedara bien clara la cuestión, mandando al Pontífice (puente) entre Dios y el hombre, la Piedra Angular, la Llave Decodificadora, el Hombre-Dios. Y para que nadie se confundiera Cristo nos dijo con todas las letras que Platón tenía razón: “sed perfectos como el Padre Celestial es perfecto” (Cristian escribió recientemente sobre esto), Dios es la medida del hombre y de todas las cosas.

Pero después de Cristo el combate continuó y continúa: la Vida sigue persiguiendo “divinizar al hombre” mientras que la muerte intenta “humanizar a Dios”, una sigue tirando al hombre para arriba la otra sigue tirando a Dios para abajo…

Y la mala hierba se arropó en elementos del gnosticismo cristiano, de herejías cristianas (desde el monofisismo hasta el arrianismo pasando por el pelagianismo), de la cábala judía, de religiones orientales occidentalizadas para la nueva era y otros engendros feos y peligrosos que volvieron entreverados en nuestro siglo como el cabalismo gnóstico esotérico, new age, progresismo ideológico (por ej. Rahner, y aclaro –para que no me acusen de nada- que esta crítica no la hago desde Fabro o Meinvielle sino desde su ex amigo y discípulo, el entonces Card. Ratzinger) o tradicionalismo místico.

Desde el “Hagamos al hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza” y el “se os abrirán los ojos y seréis como Dios”, el Padre nos quiere elevar y el diablo abajar a Dios.

Natalio

Pd: me salí del tema pero, como se darán cuenta tiene mucho que ver…

Pd1: Otra vez la introducción se comió el post y no llegué al punto que buscaba, otro día será…