viernes, 19 de marzo de 2010

Si así trata a sus amigos...



Confesiones a mano alzada sobre la figura de San José en mi vida espiritual

De chico nunca reparé mucho en la figura de San José. Lo poco que pensaba en él era más bien "romántico": qué suerte la de este santo, ¿qué más se puede pedir que vivir y morir con María y con Jesús?, qué lindo, qué envidia, etc.

Cuando me casé primero y cuando nació la primera niña después, la cuestión fue cambiando.

Es complicado trasmitir la sensación del padre. Uno pasa a ser responsable, a cargar con la manutención, la educación, el cuidado, etc. de una familia entera. En particular los niños aparecen como una carga (hermosísima sin ninguna duda) que hay que cuidar, proteger, educar.

Uno puede privarse de más o menos cosas pero privar de algo a un hijo es una llaga. Si incluso cuando uno lo priva de algo que sabemos malo para él no podemos dejar de sentirnos mal.

Como todas las cosas grandes la paternidad es algo tan hermoso como terrible.

Y San José tampoco me decía mucho al respecto. Sabía que era modelo de padre propuesto por la Iglesia pero nunca meditaba lo suficiente en él.

Es que nunca fui muy santero ni santurrón. Nunca fui de las novenas, los triduos, los cuatriduos, etc. Siempre le tuve una mezcla de miedo y respeto a una fe supersticiosa. Y quizás por eso siempre estuve del otro lado, del que pasa de largo por todas las imágenes hasta encontrar a Cristo (y, confieso también que después de un tiempo, a la hermosísima María).

Pero un día, no sé muy bien por qué, me empezaron a aparecer en la mente todos los problemas de San José.

Y lo vi descubriendo que su promesa-esposa estaba embarazada. Aceptando con Fe ciega y absoluta un sueño que le ¿¡explicaba!? la realidad.

Los sueños y San José, que tema. Enormes noticias y desafíos para cualquier hombre se le presentaban en sueños. Como al otro José. ¡Qué Fe! ¡Qué seguridad!

Y, como transversalmente se ve (en realidad lo veo yo...) en el cuadro dibujado por Mary, uno piensa en la reflexión de Orual sobre la realidad de los sueños. La diferencia entre lo que ocurre en el sueño y lo que ocurre despierto es la cantidad de gente que mira la misma realidad. ¡Pero cuánta Fe requiere!

Y le dicen que va a ser el padre de Dios. Si yo me siento responsable no puedo imaginar si te dicen que estas cuidando no sólo a tu hijo sino a......... Dios.

Y tenés que ir con la hermosa Virgen parturienta caminando hasta Belén. Y nosotros en el último mes casi que ni salimos en auto para que no nos agarre afuera.....

Y llegan a Belén en pleno invierno y no tiene donde alojar a María. Y le encargaron el cuidado de Dios y no tiene dónde hacerlo nacer. Y dice "Dios proveerá" y Dios no provee....

Y cuando provee provee un pesebre entre animales, pajas, mugre y frío.

Y Dios proveerá pero él no puede dejar de sentirse responsable y culpable.

Y nace y otro sueño y otro viaje con la Virgen que, con un haz de luz y todo lo que quieran acaba de dar a luz. Y un viaje con un bebé recién nacido. Y nosotros teníamos guardadas a las gordas durante su primer mes para que no se contagien nada. Y ello pasean al Bebé-Dios por el desierto.

Y otro sueño y otro viaje y otra vuelta y volver a mantener a la familia.

Y el nene que se le pierde ¡le encargaron que cuide a Dios y se le pierde! Una vez perdí de mi vista en el zoológico a la mayor por no más de treinta segundos y todavía recuerdo la angustia y la sofocación en el pecho de esos segundos eternos y eternos. Y a San José se le perdió el Nene-Dios.

Y cuando lo encuentra, como si fuera poco, lo retan. El Nene-Dios lo reta y él se tiene que quedar callado.

¡Cuánta Fe! ¡Cuánta confianza en la Providencia!

Y uno entiende que sea quizás el más grande de los Santos.

Yo me la pasaría gritando con David:

¡Señor que me oprimen sal fiador por mi! o ¡hasta cuándo Señor!

Al tiempo que pensaría con Teresa:

Si así trata a sus amigos......

Natalio

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