miércoles, 9 de febrero de 2011

Wanderer, Bouyer y los judíos


Febrero está terrible. Añoro tiempos pasados donde enero estaba todo quieto, febrero asomaba con una o dos cosas, marzo crecía un poquito y en abril se entraba en ritmo. Ahora desde enero que andamos corriendo.

Pero hay algo que me despierta de mi letargo bloggero y lo voy a expresar de corrido, sin mucho detenimiento ni mucha fundamentación. Simplemente quiero dejar una estaca para retomar muchos temas que quedan sueltos.

La ocasión fue la lectura de dos (y parece que viene un tercero) de los post de Wanderer (Protohistoria I y Protohistoria II) sobre la protohistoria en Bouyer. Tanto el tema como el personaje me resultan bastante inalcanzables. En cuanto al tema son esas cuestiones donde temo pifiarle porque me parece que de esos pifies no se vuelven. Por eso me ando con cautela. Como un niño ante una habitación oscura. De última la cuestión consiste ni más ni menos que en ser como niños. Pero de afuera la miro con mucho interés y curiosidad.

En cuanto al personaje…. es tan complicado… Son esos personajes conciliares que tienen lo que tiene el concilio. Para no hablar de buenos o malos digamos que tenemos…. no sé cómo calificarlos. Aunque muchos se alteren e inquieten por estiquetarlo en uno u otro lugar me parece que es un personaje demasiado complejo. En cualquier caso, Bouyer representa (como una figura entre otras) una de las puntas de lanza con relación al cambio de paradigma pretendido en muchos de los actores del Concilio en varios temas pero muy especialmente en la liturgia (aunque en otros temas hay que admitir que tampoco lo escucharon).

Bouyer es (uno de los) responsable (ideológico) de algunas cosas de las que hemos hablado y seguiremos hablando en este blog (su pasado y su lucha contra el barroquismo tuvieron mucho que ver en esto). En particular, dos puntos reflotan con bastante notoriedad:

- Uno es el cambio del ofertorio (sobre el cual discutimos con el Athos). El pasaje de la fórmula sacrificial a la fórmula de la liturgia judía. Este tema no es aislado ni muchísimo menos. Está vinculado con una concepción litúrgica que entiende que la presencia divina se extiende también a la Primera Mesa.

- Y justamente allí es donde aparece el segundo tema, el telón de fondo, y es la idea de las dos Mesas, las dos presencias Divinas de las que hablamos. Dios, más específicamente Cristo, está presente tanto en la Palabra como en la Eucaristía. Esta idea de la presencia divina en la Palabra es de indudable origen judío. Los protestantes (los que mantienen la eucaristía), tomando de la misma fuente judía la cuestión, hablaban de una presencia idéntica de Cristo en la Palabra como en la Eucaristía. Y el Concilio reorientó la liturgia en un equilibrio entre la “Liturgia de la Palabra” y la “Liturgia de la Eucaristía”.

El segundo de los temas, tal cual lo dijimos en su momento y pensaba profundizar, tiene un costado que puede ser provechoso (y ya en los padres hay figuras parecidas como la de los dos altares) pero resulta nefasto en su conclusión, aplicación e implicancias.

Pero volviendo a Bouyer, lo que lo hace particularmente interesante para mi visión, es su profunda inquietud (que comparto aunque con visiones distintas) por el mundo judío. En este contexto, el texto que trae Wanderer muestra este conocimiento y manejo de la tradición judía por parte de Bouyer.

El mundo es, en principio, una proyección viviente y libre de las Ideas de Dios, las que se encontraban reunidas hasta ese momento en su Logos divino.

Este párrafo (todo el texto en realidad), es el núcleo de la Tradición rabínica y de múltiples interpretaciones y sobre el cual ya hablamos: Dios crea al mundo mirando la Torá (donde Torá no es otra cosa que el Logos divino).

Y por eso decíamos (y dice Wanderer que lo ayuda a entender a San Juan y a San Pablo) que no en vano es el lenguaje que reciben los mismo evangelistas. Allí lo dijimos del Génesis pero el hilo aparece a lo largo de todos los evangelios.

Esta concepción judía es la que otorga un sentido crucial a la presencia real de Dios en la Torá (en cuanto no es otra cosa que el Lgos) y, redoblando la idea ya en una versión gnóstico-cabalista, la presencia de Dios en el Mundo que termina en una forma de panteísmo (o panenteísmo en otras de sus versiones). Y por esta razón me parece acertadísimo (cuando no) el comentario del Coronel en cuanto a una posible materialización de todo, incluso de lo espiritual a partir de una mala lectura del asunto.

Y es que curiosamente (y por eso estas ideas gnóstico-cabalíticas pegan tan bien con la onda new age y porquerías) esas espiritualizaciones místicas terminan (o pueden terminar) en formas de materialismos.

No digo que esto último se desprenda de lo de Bouyer ni mucho menos, aunque es un riesgo que aparece muy cerquita. Como todo en los grandes misterios: un pequeño error nos manda disparados a la estratosfera.

En fin, sólo quería dejar la estaca marcada.


Natalio