Uno de los blogs que más me gustan es la Embajada, o según su nombre verdadero: Embajador en el infierno. Me parece genial el estilo, la forma, la mirada y la gracia. Me resulta además muy divertido como presenta a la familia y, más en general, como viven familiarmente su catolicidad. Otra cuestión que admiro particularmente es correcta incorrección política, es como si de verdad hubiera nacido en una embajada (que a lo mejor nació… no tengo ni idea).
En fin, me parece un blog genial y valga esto como presentación del Blogroll.
En fin, me parece un blog genial y valga esto como presentación del Blogroll.
* * *
Hace unos días, a raíz de unas declaraciones del Kiko (que no es el del Chavo) se armó allí una discusión donde se hablaba de la catolicidad o no del estado, de la patria, del gobierno, etc.
La verdad es que no he estudiado estos temas y ni siquiera pienso mucho en ellos. Esto lo digo con total sinceridad para que se vea de dónde viene lo que se dice.
Allí comenté, y aquí lo sostengo (conciente de que es una idea que “juega” contra muchos intereses “de nuestro lado”), que no se puede hablar hoy de un “Estado católico”. El Estado de hoy me parece que no puede, y tampoco debe, llamarse católico. Todo esto tomando la noción de Estado actual, tanto de la filosofía política cuanto de la experiencia política actual. El Estado actual es un Estado Soberano, un Monstruo Gigante que pone condiciones y transforma realidades. El Estado Actual es el Gigante de pies diminutos de la Escritura. El Estado actual no es, como decían los maestros, un todo accidental sino un todo substancial.
En este contexto, el hablar de la catolicidad del Estado o luchar por el Estado Católico me parece que es darle de comer a la fiera. “El Estado decide que es Católico”. “El Estado decide que la ley positiva se debe fundar en la ley natural”. Si el Estado puede decidir una cosa puede, con el mismo derecho y razón, decidir lo otro. El Estado, a través de su Soberanía tiene su propia Voluntad (todo con Mayúsculas), y su Voluntad es Soberana aún cuando, en su infinita Bondad, reconozca otra Voluntad Superior.
Y el mismo engaña pichanga de siempre: las cosas son buenas porque el Estado las quiere o el Estado las quiere porque son buenas. Y siempre ahí. El Estado con sus tentáculos arrastra y decide sobre cada rincón de la vida, el pensamiento o incluso la espiritualidad del ser humano.
Y las constituciones actuales son papeles que hablan sobre algunas cosas que el Estado decide o no decide. Y si algo le queda de constituciones verdaderas (que cada vez lo pongo más en duda) eso sólo vale como simple tópico argumentativo sujeto, por supuesto, a tantas interpretaciones como malas ideologías necesiten de su uso.
Aquí es donde, luego de tantas derrotas y frustraciones, creo que los católicos (entre tantos otros) deben replantearse el tipo de combate que están dando. Porque la impresión es que, mientras juguemos con sus herramientas, mientras mantengamos a la bestia en pie, siempre vamos a perder. Hay luchas y debates que creo que hay que replantearse. En este marco ¿quiero que una constitución hable del derecho a la vida? Porque si permito la discusión, su tratamiento y su inclusión ¿cómo impido luego su discusión, su tratamiento y su exclusión? ¿No estamos mezclando cosas? Se pretende a veces usar el argumento de la mayoría “somos más los que estamos contra el aborto” “somos más los que estamos a favor de la familia”. Pongamos que somos ¿y si no lo fuéramos?
Hace unos días, a raíz de unas declaraciones del Kiko (que no es el del Chavo) se armó allí una discusión donde se hablaba de la catolicidad o no del estado, de la patria, del gobierno, etc.
La verdad es que no he estudiado estos temas y ni siquiera pienso mucho en ellos. Esto lo digo con total sinceridad para que se vea de dónde viene lo que se dice.
Allí comenté, y aquí lo sostengo (conciente de que es una idea que “juega” contra muchos intereses “de nuestro lado”), que no se puede hablar hoy de un “Estado católico”. El Estado de hoy me parece que no puede, y tampoco debe, llamarse católico. Todo esto tomando la noción de Estado actual, tanto de la filosofía política cuanto de la experiencia política actual. El Estado actual es un Estado Soberano, un Monstruo Gigante que pone condiciones y transforma realidades. El Estado Actual es el Gigante de pies diminutos de la Escritura. El Estado actual no es, como decían los maestros, un todo accidental sino un todo substancial.
En este contexto, el hablar de la catolicidad del Estado o luchar por el Estado Católico me parece que es darle de comer a la fiera. “El Estado decide que es Católico”. “El Estado decide que la ley positiva se debe fundar en la ley natural”. Si el Estado puede decidir una cosa puede, con el mismo derecho y razón, decidir lo otro. El Estado, a través de su Soberanía tiene su propia Voluntad (todo con Mayúsculas), y su Voluntad es Soberana aún cuando, en su infinita Bondad, reconozca otra Voluntad Superior.
Y el mismo engaña pichanga de siempre: las cosas son buenas porque el Estado las quiere o el Estado las quiere porque son buenas. Y siempre ahí. El Estado con sus tentáculos arrastra y decide sobre cada rincón de la vida, el pensamiento o incluso la espiritualidad del ser humano.
Y las constituciones actuales son papeles que hablan sobre algunas cosas que el Estado decide o no decide. Y si algo le queda de constituciones verdaderas (que cada vez lo pongo más en duda) eso sólo vale como simple tópico argumentativo sujeto, por supuesto, a tantas interpretaciones como malas ideologías necesiten de su uso.
Aquí es donde, luego de tantas derrotas y frustraciones, creo que los católicos (entre tantos otros) deben replantearse el tipo de combate que están dando. Porque la impresión es que, mientras juguemos con sus herramientas, mientras mantengamos a la bestia en pie, siempre vamos a perder. Hay luchas y debates que creo que hay que replantearse. En este marco ¿quiero que una constitución hable del derecho a la vida? Porque si permito la discusión, su tratamiento y su inclusión ¿cómo impido luego su discusión, su tratamiento y su exclusión? ¿No estamos mezclando cosas? Se pretende a veces usar el argumento de la mayoría “somos más los que estamos contra el aborto” “somos más los que estamos a favor de la familia”. Pongamos que somos ¿y si no lo fuéramos?
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Otra cuestión se plantea si tomamos la noción tradicional de “estado”. Y aún en ella creo que hay que ver y afinar con muchísimo cuidado el alcance y sentido de la expresión “catolicidad del estado”.
Para el que quiera acercarse a estas cuestiones de filosofía política y desentrañar las diferencias entre Estado, Patria y Nación (de acuerdo a lo que se discutía en la embajada) así como conocer una tradicional y verdadera noción de estado puede leer del Profesor Félix Adolfo Lamas:
Patria, Nación, Estado y Régimen en un texto didáctico para estudiantes de derecho constitucional (es decir, me parece que es más didáctico porque no está adaptado a estudiantes de filosofía o filosofía política).
Casi como un dato pintoresco, pueden acceder al mismo texto en su versión original (tiene algunos cambios y le faltan agregados) de 1982 con glosa y comentarios de Rafael Castella Santos en el blog: A casa de Sarto. En la versión original eran diversas editoriales de la Revista Moenia.
Glosando a Félix Lamas el Estado: parte 1, parte 2, parte 3.
Glosando a Félix Lamas la Nación: part1 y parte 2.
Glosando a Félix Lamas la Patria: parte única.
Como verán existe cualquier cantidad de información a sólo un click de distancia. Internet tiene muchas cosas malas ¡pero cuántas buenas!
Natalio
Otra cuestión se plantea si tomamos la noción tradicional de “estado”. Y aún en ella creo que hay que ver y afinar con muchísimo cuidado el alcance y sentido de la expresión “catolicidad del estado”.
Para el que quiera acercarse a estas cuestiones de filosofía política y desentrañar las diferencias entre Estado, Patria y Nación (de acuerdo a lo que se discutía en la embajada) así como conocer una tradicional y verdadera noción de estado puede leer del Profesor Félix Adolfo Lamas:
Patria, Nación, Estado y Régimen en un texto didáctico para estudiantes de derecho constitucional (es decir, me parece que es más didáctico porque no está adaptado a estudiantes de filosofía o filosofía política).
Casi como un dato pintoresco, pueden acceder al mismo texto en su versión original (tiene algunos cambios y le faltan agregados) de 1982 con glosa y comentarios de Rafael Castella Santos en el blog: A casa de Sarto. En la versión original eran diversas editoriales de la Revista Moenia.
Glosando a Félix Lamas el Estado: parte 1, parte 2, parte 3.
Glosando a Félix Lamas la Nación: part1 y parte 2.
Glosando a Félix Lamas la Patria: parte única.
Como verán existe cualquier cantidad de información a sólo un click de distancia. Internet tiene muchas cosas malas ¡pero cuántas buenas!
Natalio
16 comentarios:
Muy interesante tema que se las trae.
En primer lugar, creo que hay que evitar las discusiones semánticas, pues es fácil caer (especialmente con estas tres palabrejas) en comparaciones de peras con manzanas. Cuando un argentino (del palo) piensa en estado, nación y patria, generalmente está hablando de algo distinto que lo que podría pensar un español, un brasileño... o, peor, un francés (también todos del mismo palo).
En segundo lugar, creo que también hay que distinguir "el ideal" y "lo posible", la estrategia y la táctica, o --como se decía antes-- la "tesis católica" y la "situación de hipótesis". En este sentido, está claro que el Estado moderno revolucionario es peligroso como "mono con navaja"; pero también es posible plantearse hasta qué punto dicho Estado participa de la autoridad tradicional (omnis potestas a Deo) y en ese sentido le debemos acatamiento.
¿Es entonces la "confesionalidad católica" simplemente un nombre o una expresión de voluntad o por el contrario, el reflejo en la ley positiva y en los actos de gobierno de la ley natural y cristiana?
Y si es esto último, ¿no es algo deseable per se?
Siempre atento el Coronel, siempre gracias Coronel.
Con relaciones a las discusiones creo que no son tan semánticas cuanto de doctrina. Por ejemplo entre argentinos y españoles debemos hablar el mismo lenguaje porque tenemos la misma Tradición. Si no lo hacemos hay una cuestión de doctrina o filosofía pero no creo que sea semántica.
Que le debamos "cierta" sujeción al Estado (incluso a este) no lo discuto en absoluto. Y tengo muy en claro que la ausencia de Estado es peor que Estado. Lo que planteo es justmente, y también por estrategia, que cambiemos de armas. Las nuestras ya mostraron que no sirven.
Y por último creo que ya es bastante diferente hablar de "confesionalidad" a hablar de Estado católico. Quizás sea una cuestión de matices pero con la confesionalidad, en tanto es confesión, no tengo problemas. Alvesre, me resulta genial. Pero todo esto se enmarca en la noción tradicional del estado, sin esa tan soberana soberanía soberante.
Respetos autárquicos.
Natalio
Estoy de acuerdo.
En cuanto a la cuestión "semántica", sí y no. Claro que compartimos una misma tradición, pero también hay 200 años de "desarrollo" paralelo (llamémoslo así por economía). Y durante esos dos siglos la teoría política ha ido puliéndose y precisando conceptos, al mismo tiempo que la legislación ha hecho lo suyo.
Hace 100/150 años, teóricos católicos contrarrevolucionarios podían hablar de "socialismo cristiano", pero hoy a nadie se le ocurriría, por los equívocos que eso ocasionaría. Del mismo modo, Vázquez de Mella podía hablar de nación sin los reparos que décadas después esa palabra tuvo en un Elías de Tejada o en un A. D'Ors.
Hoy, en la Argentina, nación es un término más bien jurídico que hace referencia al Estado federal, mientras que en España es un concepto teórico de cuño liberal. En España, Estado se refiere al Estado central en Madrid (al Estado nacional), mientras que en la Argentina hablamos de Estado tanto en este caso como en el de las provincias o los municipios (Estado nacional, provincial y municipal). En Francia, patria trae reminiscencias de la Revolución Francesa, mientras que en España recuerda glorias pasadas, y en la Argentina se utiliza casi como un símbolo de los actos escolares y los desfiles militares.
Y así se pueden poner infinidad de ejemplos prácticos sobre el uso común de estas palabras en distintos países.
Por supuesto que se pueden (y se deben) definir bien los conceptos, incluso mediante un debate doctrinal necesario. Pero ponernos a discutir sobre Estado, nación y patria cuando podemos estar interpretando cosas distintas por no haber aclarado previamente los términos, eso es para mí una discusión baladí.
Por eso están buenas las referencias al trabajo del Prof. Lamas.
¡Vaya, que sorpresa tan agradable!. Muchas gracias por el enlace, la referencia y las amables palabras de ánimo.
La verdad es que soy el primer sorprendido de mi supuesta diplomacia. Confirmo que ni nací en una embajada, ni hay nadie de mi familia que haya estado involucrado en tareas diplomáticas. Más bien al contrario, ha habido varios que han sido expulsados de algunos países por su celo activista, otros que han estado en la cárcel por la misma causa, y también varios asesinados o fusilados por su significación socio-política. Y todos ellos familia cercana. En fin, que yo debo ser la oveja negra.
Don Natalio:
Voy a intentar leer los textos del Dr. Lamas. Pienso que coincidimos en el fondo, pero nuestra divergencia hoy está en los términos. Porque yo he preferido la expresión «Estado católico» a «Estado confesional», al menos para aludir a una parte de la doctrina católica. Y es que mientras la primera expresión ha sido usada por el Magisterio, la segunda ha sido patrimonio (casi) exclusivo de los canonistas y iuspublicistas, y expresa más una taxonomía descriptiva, en el plano del derecho positivo, que unas exigencias de derecho natural y divino-positivo.
Copio parte de unos apuntes inéditos sobre lo que no es, o no debe ser, un «Estado católico», que creo disipan los reparos que usted pone a la expresión, en particular el punto 2.1.1. Va en dos partes.
Mis respetos.
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PARTE I
Comenzaremos por señalar lo que no es un «Estado católico», para disipar prejuicios y equívocos, como paso previo a una definición descriptiva de lo que es. Sin pretensiones de ser exhaustivos, podemos decir que el «Estado católico» no es, o no implica:
2.1.1.- Un Estado totalitario o fundamentalista. Entendemos por tal, el Estado que absorbe toda la vida personal y social de sus ciudadanos, sin respetar los derechos fundamentales de las personas, de las familias y de los cuerpos intermedios. El derecho trata de imponer una concepción de la vida por medios coercitivos contrarios al derecho natural, actuando directamente sobre las conciencias, para que acepten una doctrina determinada, abracen coactivamente la fe, reciban el bautismo o asistan a ceremonias religiosas.
Ciertamente hubo en la historia algunas realizaciones de este tipo, por razones variadas que no es del caso analizar ahora, como, por ejemplo: la insuficiente distinción por parte de la ciencia jurídica, de los fueros privado y social; o una mala comprensión de las exigencias del bien común en cuanto a la necesidad moral de aplicar una prudente la tolerancia. De ahí que no pocos identifiquen la noción de «Estado católico» con realizaciones históricas concretas de cuño intolerante, o con sistemas políticos totalitarios.
2.1.2. Una «religión de Estado». Mientras el «Estado católico» tiene como principio axial el dualismo cristianismo: dos sociedades perfectas (autónomas, independientes), dos potestades (supremas en su orden), dos órdenes distintos (eclesial y estatal); en los estados de confesionalidad acatólica el elemento típico es el monismo, o la tendencia monista, y así hay: única sociedad y única potestad: la política; único orden, el estatal (político, civil); sólo el César.
Hay una «religión de Estado» cuando se hace de la institución religiosa una dependencia estatal. Como consecuencia de la confusión entre la sociedad religiosa y la comunidad política, propia del monismo, el jefe de Estado sería jerarca de una iglesia nacional, o tendría importante injerencia en asuntos de competencia de exclusiva de la sociedad religiosa. Ejemplo de lo primero lo encontramos en el caso de la iglesia anglicana (iglesia nacional) y el papel del monarca británico (cabeza de esa iglesia); ejemplo de lo segundo, en las monarquías de Antiguo Régimen en tanto buscaron ejercer control o entrometerse en esferas exclusivas de las iglesias católicas nacionales (el denominado «regalismo»).
Otra cosa es que, siendo el Estado distinto de la Iglesia, y respetando su libertad, deba someterse en cuanto tal a los imperativos de la Religión y, por tanto, profesarla de manera social y pública, en representación de la sociedad; en ese caso, puede decirse que el Estado tiene una religión, de modo análogo a como la tienen las personas que lo integran, y puede hablarse de una «Religión del Estado», aunque no de Estado.
Acuerdo querido coronel con lo de la semántica en el uso común de los términos. Y también acuerdo en la necesidad de salir de ellos.
En definitiva, acuerdo en todo.
Respetos acordados.
Natalio
Embajador, gracias por la visita. Es correcta incorreccción, no deja de ser incorrecto. Si no fuera algo incorrecto.... pues simplemente no me gustaría.
Pero definitivamente tiene altura para la incorrección. Y eso es lo que me gusta. Hay que encontrar el modo de decirle a una gorda que está gorda, que ella entienda que está gorda y, a pesar de todo, no entienda muy bien cómo hacer para enojarse.
Respetos diplomáticos.
Natalio
Queridísimo Pablo:
Voy a leer los textos que prometen (mientras siguen impublicados ¿no quiere partirlos y publicarlos en forma de post?).
Aclaro que la opinión sobre catolicidad, confesionalidad y en general el asunto religioso no está en los textos del Profesor Lamas, de quién no tengo mucha idea de qué piensa en estos puntos.
Los textos son sólo para tener una referenc ia al sentido tradicional del concepto de Estado.
Voy a leer y después comentasmos.
Respetos estatutarios.
Natalio
Estimado Natalio: Muy bueno el post.
Primero: estoy de acuerdo co su apreciación sobre la Embajada. Para mí es un recreo diario en medio de las tareas nuestras de cada día. generalmente lo leo comiendo algo de postre.
Segundo: Hemos hablado, creo acerca del Estado (del Estado Moderno). Y mire por donde me sale rana: Reemplace usted "Estado" por "Empresa" y verá como se pueden intercambiar ambas palabras sin menoscabo alguno para la idea principal. Y es que el Coronel tiene razón (y quien le escriba), sólo que no podemos tomar el Estado tal como lo conocemos hoy, como si se tratara del Estado Clasico verdaderamente cristiano (en sus raíces y conceción, claro está).
Cordiales saludos
Muret
Acuerdo por completo, más que estimado Muret, con el reemplazo. La analogía llega hasta lugares insospechados y obedece también a la idea de una "personalidad jurídica substancial" y no accidental.
¿Por qué no se juega y escribe un par de post (o recorta y pega sobre lo escrito) sobre la empresa?
Respetos empresariales.
Natalio
Me parece muy pertinente la entrada. Alguien debiera ponerse a pensar en el asunto para romper la identificación entre estado moderno y forma política, como la que hay entre "mercado" e "intercambio". Y sí, el estado moderno, tal como está configurado, en base a su propia dinámica inmanente es incompatible con eso que llamas "confesionalidad" porque uno de sus efectos en su desarrollo es el "des-encantamiento" (weber), la eliminación de todo lo que vaya más allá de lo tecnocrático.
Gracias diablillo por la visita y el comentario!
Efectivamente creo que esa es una de las cuestiones, donde los gobiernos de turno asumen la representación estatal en todo.
Justamente el texto citado distingue, Estado, Nación, Patria y Régimen.
Respetos gubernamentales.
Natalio
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