miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Quién educa al educador?



Gran parte de mi vida doméstica se escapa en situaciones como la siguiente:


- María del Pilar, comé la comida.


La pelirroja arquea sus rojas cejas, me clava sus ojos azules y me dice:


- NO


Y así con todo, “a dormir” no, “al baño” no, “a cambiarse” no. La situación suele terminar de manera trágica con chirlo y derramamiento de lágrimas a mares. Pero a diferencia de su hermana la rebeldía no parece menguar en modo alguno. Su hermana, por ejemplo, cuando le daba por no comer, al primer chirlo abría la boca y deponía sus intenciones abstencionistas. La pelirroja es dura como una mula.


Esto me hace pensar a menudo sobre su educación. Evidentemente, la lucha que se plantea a diario es qué voluntad debe ganar, si la suya o la mía. Como padre educador intento que vea que no puede hacer primar siempre su voluntad, tiene que obedecer, tiene que encontrarse con los límites, pero… ¿cuál es el límite? ¿y si de tanto doblegar su voluntad se la termino quebrando?


Esto me plantea a menudo la cuestión general de la educación ¿en qué consiste? ¿cuáles son sus límites? Y lo mismo cuando lo traspolamos al plano religioso.


Yo tuve la Gracia de tener una madre educadora de educadores que no sólo sabe infinidad de cosas sino que ha escrito también bastante sobre la materia. Todo ello me hizo leer y pensar sobre muchos de estos asuntos. Y cuando uno la escucha todo parece bastante lógico: educar es educir la forma propia de la materia, es formar hábitos conforme a la naturaleza, etc.


Pero cuando el educador se acerca al educando el abismo se agiganta y la individualidad del alma muestra sus colores. El alma recibe de Dios mismo determinadas cualidades y especificidades que no se someten a un planteo general (Pili es así desde la panza donde todo era tranquilidad hasta que alguna postura de la madre la incomodaba y pateaba con una virulencia inusitada). Como dice el Salmo “Dios modela cada corazón”, lo trabaja con cuidado y lo termina de modo distinto. Entonces aparece una suerte de alarma que nos suena: o la educación es personal o no sirve…


Hay en la educación generalizada cierta tendencia a la uniformidad que parece chocar contra su misma esencia. Uno tiende a admirar los niños uniformados (no me refiero a la vestimenta, por supuesto) aunque en la misma uniformidad está la trampa. Pues en algunas cosas habrá que uniformarlos y en otra no pero ¿en cuáles sí y en cuáles no? Todas las cosas que pude leer o pensar sobre estos temas se hacen añicos en el ejercicio diario de mi paternidad.


Algo parecido parece surgir en el plano religioso. Muchas veces beatificamos y universalizamos “un camino” como “el camino”, la vía, la posta y, por el contrario, anatematizamos a determinada postura, camino, santo, beato o… y gastamos grandes cantidades de balas. En concreto hemos discutido en este blog sobre quienes son más voluntariosos y aquellos otros más espiritualosos, más cuadritos menos cuadritos, etc. Y me parece que, en definitva, muchas veces hay una pretensión de uniformar espiritualidades. Y no. Todos compartimos la naturaleza pero partimos de lugares muy distintos. De nuevo el salmo “Dios modeló CADA corazón” (y su consecuencia “y comprende sus acciones”). Y muchas veces por querer emparejar una espiritualidad la terminamos sacando de foco.


Lamento tocar temas tan profundos tan de corrido. Es lo único que puedo hacer en estos tiempos de carreras.


Natalio


Pd: En homenaje a mi indómita pelirroja vaya también una mención para la Liz que se marchó (aunque espero que a la mía le vaya bien distinto en la vida…..).




14 comentarios:

Anónimo dijo...

Es complicado el cómo hacerlo bien.
Primero porque nada lo prepagara a uno para hacerlo. Nada. Es prueba y error.
Segundo porque todos los hijos son diferentes.
Con esto no quiero excusar (ni excusarme) a los padres que lo hacen abiertamente mal o algo mal, tan sólo digo lo que digo.

Pero no se aflija, que si Juancito estuviese en condiciones de manifestar abiertamente sus deseos (y tal vez los otros también), cosa vedada por ahora con motivo de su edad, luego de la última guitarreada, no dudaría en cambiarme por usted.

Un abrazo,

El Carlista.

Natalio Ruiz dijo...

Gracias Carlista por la visita y el comentario!!

Efectivamente, es un problema. De todos modos, no se deje engañar, ese día la colorada estaba particularmente tranquila sumisa, no suele ser así.

Que se repitan las guitarras y las charlas off the record!!!!

Respetos jolgorientos.

Natalio

gra dijo...

Natalio... en qué se mete!!!!!!!!!!???????? El tema da para mucho, pero empecemos por alguna puntilla: el problema no es el ver qué voluntad tiene que primar sobre cuál... please!!!!!!!! las dos voluntades tienen que "coincidir" en lo correcto (bueno, verdadero y bello)... la del niño está flanuda, sin forma muy definida todavía, y la del adulto "de - formada" por lo que su egoísmo, en la mayoría de los casos, le dicta. Los dos tienen que pensar (como puedan) en para qué "Tú me tejiste desde el seno de mi madre"... He de reconocer, que los chillidos de la colo despistan hasta a las abuelas más pintadas...

Natalio Ruiz dijo...

No se ofusque Doña Gra que acá nos metemos con todo. Si hablamos de liturgia no vamos a hablar de educación....

Con todo respeto me parece que hasta que coinciden las voluntades en lo correcto y bueno uno de los dos tiene que decidir qué es lo correcto y bueno. Y ahí decide el educador (acertada o equivocadamente). Después vemos si, definido lo correcto, le damos el pescado o le enseñamos a pescar... Le voy a regalar un par de libros de mi madre.

Respetos pedagógicos contemporáneos.

Natalio

gra dijo...

Eso de que alguien tiene que decidir… no es tan fácil. Generalmente el adulto ya lo tiene “decidido”. Y es lo que le queda cómodo. “Ahora comé, por tu propio bien, dos papas”, “ahora vamos a la plaza, por tu propio bien”, “ahora nos vamos de la plaza, ahora vemos tele y ahora no, vamos a danza, música y herbarios, siempre por tu propio bien”.
Por supuesto que no pienso que el chico vaya a decidirlo ni mucho menos… pero un poco de reflexión auténtica frente a las distintas situaciones viene bien. Si no, no se distingue entre el capricho del adulto y el propio… Si todo es asertivo y cuestión cerrada, “tiene que ser así”, y no hay lugar para una pequeña distancia de la cuestión… la representación es de dos caprichos contrapuestos. Lo correcto y bueno no lo decide nadie: está ahí. Hay que descubrirlo y enseñarle al chico cómo se descubre… Son matices que hacen cambiar la cuestión de fondo.
No me enojo ... quiero aprender a pescar...

CP dijo...

Es un tema complejo. Con mi pequeño segundo estoy en la misma disyuntiva. No lo resolví y estoy lejos de hacerlo. Pero tengo la intuición de que algunas veces tiene que salirse con la suya.

Si sabe que salirse con la suya es una opción real, cuando obedezca su acto será un acto libre y virtuoso. En cambio, si obedece como un autómata la orden porque sabe que no hay salida, puede estar obrando mal (de pensamiento por ej.) a pesar de cumplir la orden.

Por otro lado no quiero ni pensar sobre eso de "quebrar" una voluntad (sistemáticamente) a los 3 años. ¿Qué consecuencias puede tener? ¿Hay un psicólogo en la sala?

Obviamente a veces me saca...

¿Estaré delirando peligrosamente o a alguien le parece que esto tiene visos de racionalidad?

Natalio Ruiz dijo...

CP, primero, gracias por pasar y comentar.

Segundo, ¡cuánto comparto la visión y los interrogantes!

Yo creo que efectivamente se podría quebrarle la voluntad al niño a esta edad y creo que sería de lo más grave que le puede ocurrir a un niño.

Respetos coincidentes.

Natalio

Anónimo dijo...

Justo toqué el tema en mi blog el lunes, y terminé con esto:
"Todo educador tiene que ser consciente que su actividad tiene unos límites. Estos le vienen marcados por la naturaleza del educando, de la que no se puede "hacer" todo lo que se quiera, por su libertad, que se puede oponer a la educación y hacer vanos sus esfuerzos, y, finalmente, por las propias insuficiencias del educador: ante todo por la limitación de su conocimiento. Así, por más que lo intente, el educador no logrará nunca comprender perfectamente la naturaleza del educando.

Todo ello nos recuerda que el auténtico educador es Dios. Sólo Él conoce a todo hombre es su interior más profundo, sólo Él tiene a la vista con toda nitidez el fin de cada uno y sabe qué medios le conducirán a ese fin. Los educadores humanos no son más que instrumentos en las manos de Dios" (Edith Stein)

Natalio Ruiz dijo...

Gracias Miradlosliriosdelcampo!!! Tanto por su visita como por su comentario.

En definitiva, esa es la cuestión. La verdad es que el post debí escribirlo muy de corrido y por ello me quedaron muchas (muchísimas) cosas en el tintero de las que quería decir. Una de ellas tenía que ver con el evangelio de el jueves anterior (al post) donde Cristo dice que no hay que llamar a nadie Maestro porque uno sólo es el Maestro. Y en la misma línea de lo citado está los dos hermosísimos libros sobre el Maestro, el de Santoto y el de San Agustín.

Respetos educados.

Natalio

javier dijo...

Vea usted, don Natalio, me ha emocionado y me ha hecho pensar. Porque hay educadores que creen saberlo todo y nunca dudan y quebrantan no solo las voluntades de los hombres sino, incluso, la Ley de Dios. Otros hay que solamente dudan y dudan tanto que transmiten dudas y congojas a lo Hamlet y no educan, solo gimen. Pero hay otros -gigantes- muy conscientes de sus limitaciones que se dicen: ni sé ni puedo educar, pero debo hacerlo; y lo hacen mucho mejor de lo que pueden y de lo que saben.
Ahora profetizo: Brillará usted como las estrellas -si no se rinde ante la pelirroja- y la amable pelirroja se pasará la eternidad diciendo "mi papá me ama, yo amo a mi papá". Y usted mismo -pasmado- exclamará: "¡Qué cosas!"

Natalio Ruiz dijo...

Dios lo escuche en su profecía padrecito!!!! Es tanto el miedo que amenza cuando uno mira para adelante, son tantos los peligros... que la Esperanza aparece como algo más que virtud. No en vano es Gracia Divina.

REce por las niñas porfa.

Respetos dragoneanos.

Natalio

Anónimo dijo...

panqueque absurdo.....

Natalio Ruiz dijo...

Gracias Anónimo por pasar y comentar.

Todos los panqueques tienen algo de absurdo. O quizás no. En realidad sí. O no.

Respetos panquequeros.

Natalio

Morgenrot dijo...

Natalio, me ha encantado tu análisis de las diferencias en lo generalizado. Efectivamente , creo que no sirve la misma postura o norma para todos porque cada uno somos como un universo distinto, a cada cual hay que modelarlo según su personalidad y no suelen funcionar reglas generales más que el amor a la hora de educar.

Mil saludos