Otro blog que frecuento casi diariamente es mucho más polémico: The Wanderer.
Aquí la cuestión es más compleja y requiere de diversos cuidados. En honor a su espíritu anglófilo podemos compararlo con el gin. Bebida fuerte y muy olorosa que despierta, casi al unísono, cantidades iguales de fanáticos y detractores. Debo admitir aquí que me encanta el gin.
En primer lugar hay que aclarar que no se trata de un lugar para cualquiera. Aquellos ajenos "al rubro" "al palo" "al círculo" "a la onda" o como quieran llamarlo deben, necesariamente, abstenerse. En el mejor de los casos no entenderán nada y, en el peor, pueden salir disparados para cualquier lado. Requiere (al igual que la gnosis con la que coquetea cada tanto) algún proceso iniciático o, como dicen del gin en sus comienzos, supervisión médica.
En segundo lugar (y como absoluta conjetura) me da la impresión de que no hay que confundir necesariamente las ideas del autor del blog con las del blogger personaje. Explico un poco el asunto: aquel que sepa quién es el autor (o la cabeza directiva) no debe creer que lo que dice el blog es lo que absoluta y necesariamente piensa él. En otras palabras, pareciera que el blog es el ámbito elegido para hacer hablar a una suerte de personaje interior que puede tirar al ciberespacio ideas demasiado osadas para su ámbito (o, incluso, para él mismo en otras funciones). Aclaro aquí que no es que considere que se trata de un Dr. Jekyll y Mr. Hyde ni mucho menos, simplemente de funciones (al igual que -extremando mucho la analogía- Ratzinger no podía escribir lo mismo como prefecto que como teólogo).
Aclaradas algunas cuestiones propedéuticas vamos entonces a comentar el contenido.
El blog está escrito de forma excelente, combinando erudición, estilo, información, ironía y suspenso (en los post trabajados).
Aunque dice (o decía no recuerdo ahora) andar por las oscuras tierras de la posmodernidad su verdadero encono es hacia lo que denomina "modernidad". Allí podemos encontrar ataques a cuestiones de lo más variadas desde Trento para acá (o, si lo apuran, desde Aristóteles) focalizados en los dos bastiones del error: el racionalismo y el voluntarismo.
En este punto se nota una cruzada personal contra lo que denomina "ucatomismo" que incluye (lo agrego por mi cuenta) un "ucaristotelismo", un "ucaplatonismo" y muchos otros "ucaismos". El problema es que, al igual que ocurre con su crítica al racionalismo, para combatir la plaga termina destruyendo la planta. Tanto justifica que Santo Tomás o Aristóteles no son revelación que les termina dando de balde. Comparto la crítica a un tomismo ideologizado y absoluto pero me parece que de tanto querer alejarse se cae del otro lado. Fuego y sangre para Trento, tomistas, suarecianos (y muchos otros) y flores y clemencia para gnósticos, "nueva teología" (y muchos otros). Por querer enderezar el carro lo bandea para el otro.
La saga destinada a la crítica de seminarios y organizaciones religiosas fue, sin dudas, su gran plato fuerte y su punto de explosión. Con críticas agudas y certeras fue barriendo todo el arco derechoso de círculos católicos.
En este punto quiero marcar una cuestión que no me gusta y una decepción.
Lo que no me gusta, como característica general, es un tinte negativo y disolvente. Tira para los cuatro costados (a mi juicio casi siempre de un modo acertado) pero sin dejar nada en pie (al menos es la sensación que transmite). La idea del intelectual ajeno a todo termina resultando soberbia por tanta crítica sin consideración de circunstancias o atenuantes.
Y la decepción corrió en el mismo rubro. Cuando con su cautivante prosa nos había convertido a los lectores en lobos hambrientos de críticas; cuando habiendo criticado sin pausa ni piedad al ive, al opus y Cristo Rey la próxima víctima caía de maduro; cuando todos sabíamos que no eran tan malos pero la falta de piedad con los otros había despertado nuestra voracidad de críticas; cuando un murmullo creciente comenzaba a impacientarse pidiendo por la sangre de los Miles; cuando la cuestión no daba para más.... me recordó a Hernán Figueroa Reyes y lo imaginé cantando: "me tembló la mano y me puse a llorar". Sir Wanderer bajó la cabeza, pidió una jarra con agua, colgó cuatro post ajenos (dos a favor y dos en contra) y se lavó las manos. ¿Por qué? Se me ocurren muchas razones pero no quiero juzgar. En cualquier caso, dudó de la fortaleza de su anonimato y pinchó el personaje. Nada volvió a ser igual después de eso (aclaro que no tengo nada contra Miles salvo las cuestiones que caen, como brevas maduras, de las inclementes críticas al voluntarismo de otros grupos).
Hay algunos otros punto muy interesantes para debatir pero los guardaremos para otro momento.
Quiero rescatar por último lo que más me gusta del blog: su nombre. La palabra "wanderer" tiene, es sí misma, una mística especial. Él la trae de Tolkien pero yo aprovecho la ocasión para recordar un personaje, un disco, una canción y una guitarra: el gran Dion.
En definitiva, un blog que se vuelve vicio pero que debe ser leído con moderación (como el gin).
Aquí la cuestión es más compleja y requiere de diversos cuidados. En honor a su espíritu anglófilo podemos compararlo con el gin. Bebida fuerte y muy olorosa que despierta, casi al unísono, cantidades iguales de fanáticos y detractores. Debo admitir aquí que me encanta el gin.
En primer lugar hay que aclarar que no se trata de un lugar para cualquiera. Aquellos ajenos "al rubro" "al palo" "al círculo" "a la onda" o como quieran llamarlo deben, necesariamente, abstenerse. En el mejor de los casos no entenderán nada y, en el peor, pueden salir disparados para cualquier lado. Requiere (al igual que la gnosis con la que coquetea cada tanto) algún proceso iniciático o, como dicen del gin en sus comienzos, supervisión médica.
En segundo lugar (y como absoluta conjetura) me da la impresión de que no hay que confundir necesariamente las ideas del autor del blog con las del blogger personaje. Explico un poco el asunto: aquel que sepa quién es el autor (o la cabeza directiva) no debe creer que lo que dice el blog es lo que absoluta y necesariamente piensa él. En otras palabras, pareciera que el blog es el ámbito elegido para hacer hablar a una suerte de personaje interior que puede tirar al ciberespacio ideas demasiado osadas para su ámbito (o, incluso, para él mismo en otras funciones). Aclaro aquí que no es que considere que se trata de un Dr. Jekyll y Mr. Hyde ni mucho menos, simplemente de funciones (al igual que -extremando mucho la analogía- Ratzinger no podía escribir lo mismo como prefecto que como teólogo).
Aclaradas algunas cuestiones propedéuticas vamos entonces a comentar el contenido.
El blog está escrito de forma excelente, combinando erudición, estilo, información, ironía y suspenso (en los post trabajados).
Aunque dice (o decía no recuerdo ahora) andar por las oscuras tierras de la posmodernidad su verdadero encono es hacia lo que denomina "modernidad". Allí podemos encontrar ataques a cuestiones de lo más variadas desde Trento para acá (o, si lo apuran, desde Aristóteles) focalizados en los dos bastiones del error: el racionalismo y el voluntarismo.
En este punto se nota una cruzada personal contra lo que denomina "ucatomismo" que incluye (lo agrego por mi cuenta) un "ucaristotelismo", un "ucaplatonismo" y muchos otros "ucaismos". El problema es que, al igual que ocurre con su crítica al racionalismo, para combatir la plaga termina destruyendo la planta. Tanto justifica que Santo Tomás o Aristóteles no son revelación que les termina dando de balde. Comparto la crítica a un tomismo ideologizado y absoluto pero me parece que de tanto querer alejarse se cae del otro lado. Fuego y sangre para Trento, tomistas, suarecianos (y muchos otros) y flores y clemencia para gnósticos, "nueva teología" (y muchos otros). Por querer enderezar el carro lo bandea para el otro.
La saga destinada a la crítica de seminarios y organizaciones religiosas fue, sin dudas, su gran plato fuerte y su punto de explosión. Con críticas agudas y certeras fue barriendo todo el arco derechoso de círculos católicos.
En este punto quiero marcar una cuestión que no me gusta y una decepción.
Lo que no me gusta, como característica general, es un tinte negativo y disolvente. Tira para los cuatro costados (a mi juicio casi siempre de un modo acertado) pero sin dejar nada en pie (al menos es la sensación que transmite). La idea del intelectual ajeno a todo termina resultando soberbia por tanta crítica sin consideración de circunstancias o atenuantes.
Y la decepción corrió en el mismo rubro. Cuando con su cautivante prosa nos había convertido a los lectores en lobos hambrientos de críticas; cuando habiendo criticado sin pausa ni piedad al ive, al opus y Cristo Rey la próxima víctima caía de maduro; cuando todos sabíamos que no eran tan malos pero la falta de piedad con los otros había despertado nuestra voracidad de críticas; cuando un murmullo creciente comenzaba a impacientarse pidiendo por la sangre de los Miles; cuando la cuestión no daba para más.... me recordó a Hernán Figueroa Reyes y lo imaginé cantando: "me tembló la mano y me puse a llorar". Sir Wanderer bajó la cabeza, pidió una jarra con agua, colgó cuatro post ajenos (dos a favor y dos en contra) y se lavó las manos. ¿Por qué? Se me ocurren muchas razones pero no quiero juzgar. En cualquier caso, dudó de la fortaleza de su anonimato y pinchó el personaje. Nada volvió a ser igual después de eso (aclaro que no tengo nada contra Miles salvo las cuestiones que caen, como brevas maduras, de las inclementes críticas al voluntarismo de otros grupos).
Hay algunos otros punto muy interesantes para debatir pero los guardaremos para otro momento.
Quiero rescatar por último lo que más me gusta del blog: su nombre. La palabra "wanderer" tiene, es sí misma, una mística especial. Él la trae de Tolkien pero yo aprovecho la ocasión para recordar un personaje, un disco, una canción y una guitarra: el gran Dion.
En definitiva, un blog que se vuelve vicio pero que debe ser leído con moderación (como el gin).
2 comentarios:
Natalio, durante una época fui asiduo lector de The Wanderer. Lamentablemente, ciertas durezas, asperezas e infantilismos, me hicieron abandonar su lectura.
En un tiempo, incluso, era un blog con una fina pluma. Ahora, no le queda ni eso.
El ignorante sólo puede ser soberbio.
Espero que usted no siga esa senda, señor Natalio, sería una pena. Lo poco que escribió todavía es demasiado superficial como para ser peligroso.
Suyo.
Richard (el verdadero Richard de B. V.)
Estimado Richard:
Agradecido por su aporte le cuento que no lo comparto. Aunque un poco extremo y agresivo a veces me sigue gustando el wanderer.
Con relación a la profundidad, llego a donde puedo, no tengo mucho aguante.
Saludos.
Natalio
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