martes, 22 de septiembre de 2009

Pan y Vino en el monte Athos




Pan de Vida

Lo he visto por dentro
En la rugosa cripta de mis húmedas entrañas
No menos que en la inmensidad ajena
Que se abre a mis pies cuando baja la marea.
Un populoso mundo de escombros y muñones
Huesos secos esparcidos
Desolada bruma densa
Y entre medio un grito
Solo, perdido
Sin fuerza, dolido
Agotado, desganado, malherido,
Clamando una gota de sentido.

Muere el niño inocente
Brama Camus desde su Peste;
Muere el noble, el indecente
Ideal, amor, proyecto, meta:
Todo cae y muere:
es ist in allen...aporta el Poeta
Esta misma mano cae y desvanece
En desoladas playas inertes
De insípidos salitres que no saben ya salar
La insoportable levedad de toda muerte.

— Alarga tu mano al alimento prohibido
Y serás divino.

La herrumbre del pecado aún no lo ha borrado:
En el fangoso fondo de las almas ciegas
Al tembloroso tacto
Memoria y nostalgia se repliegan
Y vuelven a leer -desdibujada-
La punzante razón de su condena:
Has querido comerte la Vida
Y terminaste sentado
Revolcado en la ponzoña
De un fúnebre banquete
De negros manteles, hedor y roña
Entre platos de muerte y copas de pecado.

Allí,
Debajo de aquel árbol
La muerte comí
Que como un eco abruma sobre el tiempo
Su pestilente y rancio hedor.
Y sobre el orbe entero
Alargan sus lúgubres sombras
Aquellos platos, aquellas copas
Repletos del más funesto desamor.

Pero aquella populosa marea
De escombros y muñones
Más aún retrocedió.
Y yo vi lo que ningún ojo vio:
El negro mar lleno de muerte se abrió en dos
Y un Camino Viviente lo surcó
Y desde Oriente la bruma levantó
Y aunque llanto y pasmo me atontaba
Yo estuve allí y Lo miraba:
Recortado entre medio de las ruinas circulares
Un inmenso árbol conocí,
Frondoso, tupido
De tronco añejo, más que el mundo,
De brotes tiernos, más nuevos que el día.
Y yo, temblando
Hincado entre escombros y muñones
Lo oí:

— Alarga tu mano al Pan Vivo
Y serás divino.


el Athonita

Vino de Melancolía

Je sais que nous buvons à la même coupe
Tous le deux.
Elle est cet horizon commun de notre exil.

P. Claudel

Sobre la intemperie interior
Llueve la más delgada de las lluvias
Minuciosa, obsesiva,
Sórdido lamento de un cosmos en parto y agonía.
Todo es bruma gris
Melancolía
Mojada tarde
Impregnada de olores añejos y primarios.
Y dentro de la nube: añoranza.
Nostalgia de un sol ido
Que aunque nunca hubiera estado
Siempre sería ido.

Y empino la Copa
Horizonte, Umbral, Seña y Roca
Y cuando paladeo
La prenda de la gloria futura
Llega lo que me da miedo:
Crece el deseo,
Fluye indomable la bruma
Y grito hacia la Fuente
Sin ver ni su figura:
si me olvido de Ti, mi Locura
que se me apague el paladar
y deponga todo gusto y todo hablar
!

Ante este Cáliz virginal
Madre ensangrentada
Dejo mi rasa sandalia
Huelo y bebo
Buscando sobre el rojo mar de sangre
El aroma o los rasgos oh Madre
Del que exiliado, me exilió
Del que estuvo y se marchó
Y en prenda me dejó
Este punzante deseo,
Que quiero y que no quiero
Dolor lacerante en el ser
Por unos ojos que no tolero no ver.

Huelo y bebo
El Sésamo que abre antiguas noches
De aromas que lastiman
De diálogos, de risas, de guiños, de silencios
Idos.

Y bebo en frenesí
El morado Río entero
Que barreno o remonto -ya ni eso veo-
Buscando esa piedra primaveral
Sobre la cual
Un día que ya fue y no así
Me bebiste y te comí.

Y bebo
Aspiro suspiro huelo
La furia del fuego
Taninos infinitos;
Canelas, robles y ciruelas
Grosellas, acacias, eucaliptos
Que activan la memoria
De cenas, de bosques, de viajes: ¡tu Cara!
Y yo atesoro la punzada,
Aunque arda
Como lo mejor de mi mismo
Como suspiro sincero de mi nada enamorada.


el Athonita

6 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Magnifique!

Anónimo dijo...

Se me ocurre esta idea, que tal vez compartan todos o muchos: la Modernidad —con perdón de la palabrota— entre tantas alquimias, nos ha enchufado la idea de que para que se abra un diálogo, un intercambio verbal, es imprescindible la confrontación. Son las leyes de la dialéctica. La “nafta” del intercambio de ideas pareciera ser la controversia.
Así las cosas, aplicado a nuestro ámbito bloguero, para que un post “genere” un engorde exponencial de comentarios, es preciso que se haya tirado sobre la mesa asunto polémico, controvertido. (Hay blogs, dicho sea muy de paso, que justamente se esmeran en procurar esos temas a estos efectos... sólo así se ponen “divertidos”...).

Yo me pregunto —y viene muy al caso respecto a los poemas que a veces llueven del Athos cuyano— por qué no ha de ser posible, ante un tema rico, ante un planteo colmado de resonancias y reverberancias, lleno de panorámicas... por qué no ha de ser factible que eso “genere” de nuestra parte comentarios no confrontativos sino complementarios. Si hubiera que decirlo con cierto pie etimológico (y el recuerdo casi visual de aquello de Lewis en 4 amores): por qué, ante un post, sólo hemos de poder colocarnos “frente-a-frente” y no “mirar-juntos” hacia el mismo sentido. Y en ese con-mirar, compartir lo visto.

Me parece que los comments de la mayoría de los blogs (de este estilo, al menos) parecen gravitar inexorablemente en hacer o de “sed contra” al post o de elogio.
Y, de algún modo, me saben —ambos— a Modernidad.
Los Antiguos, con sus famosas Colaciones, eran expertos en dialogar entre varios un mismo tema, estando todos de acuerdo, sin por eso tautologar, sino dialogar en fecunda simbiosis de ponderaciones, aportes y contribuciones. la escolástica con sus Disputatios, viró hacia las aguas del debate, lo que antes la Lectio desembocaba —cual río al ancho mar— en Meditatio

Sé que hay excepciones. Y en este blog han lucido. Pero creo que en términos generales —y me incluyo— uno lee, saborea y si encuentra algún óbice: pum! escribe un comentario. Si todo está bien: calla y cierra.

Tal vez podríamos entre todos “engordar” con notable fruto comunitario, un post, incluso cuando el planteo es cristalino y limpio, sin mancha ni arruga. Como es este impecable caso.

Es la humilde opinión, de un servidor.

Eduardo

Anónimo dijo...

Eduardo: Estoy completamente de acuerdo con tu mirada sobre el tema del diálogo, en más esto es lo que ha venido pidiendo la Iglesia en las ultimas grandes dificultades en nuestro país(caso muy conocido, el del campo). Pero me ariesgo a decir que la confrontación le da un pequeño picante, como un maestro de las artes culinarias que agrega algunas espesias para resaltar "sabores", o sea un diálogo sin intenciones de llegar a peleas, sino a rigorismo de pensamiento cada vez mayor.
Con respecto a la modernidad, también nos ha dejado muy buenas cosas, en lo que va desde la ciencias aplicadas(medicina) tecnología(el microndas que se usa en casi todas nuestras casas, ya que en ella y sus pensadores esta la epidermis de las ciencias y la técnica tal cual la conosemos hoy.
La cuestión es ver tambié( resalto este también) el vaso medio lleno.
Almafuerte.

Anónimo dijo...

Haciendo caso al valioso consejo de Eduardo, aporto mi cuota: me ha impactado lo de buscar en el espejo de Sangre —al empinar el Cáliz de Salvación— los rasgos del Señor que se fue.
Tal vez algo forzado o fortuito, pero siempre me ha gustado la similitud entre la palabra ‘partir’ de quebrar —la Fractio panis— y ‘partir’ de marcharse... y la Eucaristía es un poco Sacramento de ambas cosas. Como decía el Athonita hace unos años: es Sacramento de Su Presencia, no menos que de Su Ausencia.

Tal vez de ahí, que tras la reforma litúrgica, al momento mismo de hacerse “Presente” el Señor por las palabras consacratorias, el Pueblo diga, en notable paradoja y tensión celebrativa: anunciamos Tu Muerte... HASTA QUE VUELVAS. O en la otra alternativa: VEN, Señor Jesús! O sea: VUELVE! RETORNA! Como si lo que se acabara de hacer presente fuera justamente su “volver al Padre”, su Ascensión, su irse... que nos hace salir tras Él clamando y era ido... dejándonos con gemido. Gemido que es Nostalgia de aromas, diálogos, risas, silencios, que por idos, lastiman.
Lastima no percibir sobre el espejo de Sangre los rasgos del Amado Desangrado.

En esta tónica, la Eucaristía vibra tanto con el YA como con el TODAVÍA NO. Y es, de algún modo, la Pasión por una espera, la expectativa por un retorno, la atención al Oriente escatológico. Prenda de la Gloria futura. Y otra vez: ‘prenda’ dice más de una cosa...

Deseo de Parusía, es lo que matando deja con más vida.
Deseo de Parusía, es lo que huelo y bebo, en creciente deseo, que acicatea el paladeo de una Sangre que habla mejor que la de Abel.
Y habla de Retorno inminente.

FRM -cuyano

Anónimo dijo...

Deseo de Vida, diría yo. Que parece ser la conjunción de ambos poemas. Vida verdadera. Vida con mayúsculas. Vida divina.
Y pienso: el concepto “vida”, que tan bien articula Cristo en sus Evangelios y los Padres en sus textos, con la Escolástica entró en complejo cuestionamiento (distinguiendo mucho olvidando luego unir lo distinguido). Con el Nominalismo comienza el desangre de la vitalidad cristiana hasta dejarla en un mortecino color cera de los tiempos de la Contrareforma. Cuando el iluminismo hace metástasis sobre determinados tópicos, engendra lo que técnicamente se ha llamado “VITALISMO”, que en mil expresiones diversas llegó hasta el CVII y de algún modo es el denominador común de variadas ramificantes de la ataredesciente progresía.

¿Y qué hizo el inmenso Benedicto? Lo que sabe hacer la sana dialéctica (porque convengamos –Eduardo—que la dialéctica no es invención moderna). Superlativizar lo primero afirmado y luego negado. Leo yo una sorda pulseada entre Aparecida y sus cientos de menciones a la “vida”, y la inmediatamente posterior Spe Salvi, donde se nos aclara: ojo, que la vida biológica es una penosa cuenta regresiva hacia la muerte. Sólo la Vida eterna, Vida divina, merece el nombre de vida. Alarga tu mano a ESA Vida, y serás divino, serás pleno, serás feliz. No hay “happy end” fuera de esta perspectiva. No hay respuesta a Camus, fuera de esta “Vida de Dios en nosotros”.

Gustavo

Nunca Sucederá dijo...

El comentario tres dice una gran verdad sobre el Sacramento. Igual que los símbolos: son y a la vez no son aquello que representan. En algo se igualan, y en algo difieren.
No es que el Cielo sea más que comulgar en un sentido ontológico, pero el encuentro será "cara a cara" y "lo veremos tal cual es", nos dice San Juan.
Mientras, en la tierra cantamos el Tantum Ergo con Santo Tomás: "prestet fides suplementum sensum defectui", que en una traducción libre significa algo así como: "la Fe acuda en auxilio de lo que los sentidos no logran percibir"