Como habrán podido apreciar por la poca actividad del blog en estos días, las vueltas no son fáciles. De todos modos me parece que hay en la blogósfera una suerte de fiaca institucionalizada, veo a varios a los que les está costando ponerse a escribir.
Hoy toca continuar con la segunda lectura que les mencioné. Se trata de la obra Mimesis de Erich Auerbach. A decir verdad no se trata de la obra entera sino de su primer capítulo llamado "la cicatriz de Ulises".
Esta lectura, recomendada por mi culta suegra, surgió de una conversación que sosteníamos, justamente acerca de la Biblia. Esto me sirvió como disparador para retomar un tema iniciado en el blog: la pasión según Mel Gibson.
El capítulo en cuestión me resultó tremendamente llamativo. Quitando del centro las conclusiones del autor, lo que me interpeló fuertemente fue la comparación entre dos textos (el libro 19 de la Odisea con Génesis 22) realizada por alguien que reúne dos condiciones que a mi entender lo habilitan particularmente: es filólogo y judío (otro día hablaremos de los judíos y la Biblia).
Lo que el texto muestra son las diferencias en el relato. Mientras Homero describe todo hasta en los detalles más ínfimos poniendo al lector dentro de la historia, la Biblia es completamente escueta aportando los datos mínimos que permitan al lector seguir el relato y comprender la significación real de lo relatado (en el caso, el sacrificio de Isaac). La Biblia prescinde de la descripción de emociones que permitan golpear sensiblemente al lector, sólo los hechos crudos son transmitidos de modo que cada cual percibe el contexto según sus circunstancias.
Esta comparación tan minuciosa me hizo recordar algo que el Oráculo (otro día daremos más detalles sobre él) solía repetirnos hace ya muchos años (bastante antes de la película de Gibson): los relatos de la pasión de Cristo están despojados por completo, no sólo de cualquier morbo, sino de cualquier recurso a la sensibilidad. Se percibe una dureza terrible pero no se la describe en lo más mínimo.
Es aquí donde retornamos a Gibson y a su Pasión.
Una de las cosas que más se ha criticado es su saña en mostrar los padecimientos del modo más real posible, provocando un completo rechazo sensible por parte del espectador. Aquí también creo que hay que distinguir dos cuestiones.
Por un lado se habló de una exageración. Creo que no sólo no exageró sino que se quedó muy corto (su rostro todavía parecía humano a diferencia del de la profecía de Isaías). Eso sin contar el sufrimiento espiritual (el principal) del cual no podemos tener noción: un Dios conciente de su divinidad humillado por sus creaturas.
Por otro lado aparece el asunto de la necesidad o conveniencia espiritual de movilizar la vida espiritual desde lo sensible. Aquí la cuestión es mucho más complicada. En general, y como el Oráculo nos enseñaba de la Biblia, pareciera que no es conveniente, que se trata de esas semillas que crecen rápido pero se mueren también rápidamente.
En cualquier caso también hay que admitir que el mundo al cual viene la película (que, repito, más allá de las críticas la veo anualmente) sólo capta lo sensible y, por otra parte, es completamente apático, indiferente, individualista, hedonista, etc. Es decir, es un mundo que necesita una buena sacudida que lo despierte de la modorra. Quizás, desde esta perspectiva, fuera un mal necesario.
De todos modos pareciera que hay algo natural en nosotros que nos lleva a comprender la crueldad de la cuestión sin necesidad de acudir a grandes derramamientos de sangre.
Esto lo pensaba el domingo al contemplar a mi hijita de dos años (la que está arriba del blog) durante la misa. Se alejó como de costumbre y se detuvo un rato a contemplar un crucifijo de tamaño natural sin casi nada de sangre ni cicatrices. Al rato volvió y haciendo puchero me dijo: Yesú tiene nana.
Natalio
Pd: En realidad, quizás Gregorio recomiende que la pequeñita vea la película mientras todavía es caperucita.
Hoy toca continuar con la segunda lectura que les mencioné. Se trata de la obra Mimesis de Erich Auerbach. A decir verdad no se trata de la obra entera sino de su primer capítulo llamado "la cicatriz de Ulises".
Esta lectura, recomendada por mi culta suegra, surgió de una conversación que sosteníamos, justamente acerca de la Biblia. Esto me sirvió como disparador para retomar un tema iniciado en el blog: la pasión según Mel Gibson.
El capítulo en cuestión me resultó tremendamente llamativo. Quitando del centro las conclusiones del autor, lo que me interpeló fuertemente fue la comparación entre dos textos (el libro 19 de la Odisea con Génesis 22) realizada por alguien que reúne dos condiciones que a mi entender lo habilitan particularmente: es filólogo y judío (otro día hablaremos de los judíos y la Biblia).
Lo que el texto muestra son las diferencias en el relato. Mientras Homero describe todo hasta en los detalles más ínfimos poniendo al lector dentro de la historia, la Biblia es completamente escueta aportando los datos mínimos que permitan al lector seguir el relato y comprender la significación real de lo relatado (en el caso, el sacrificio de Isaac). La Biblia prescinde de la descripción de emociones que permitan golpear sensiblemente al lector, sólo los hechos crudos son transmitidos de modo que cada cual percibe el contexto según sus circunstancias.
Esta comparación tan minuciosa me hizo recordar algo que el Oráculo (otro día daremos más detalles sobre él) solía repetirnos hace ya muchos años (bastante antes de la película de Gibson): los relatos de la pasión de Cristo están despojados por completo, no sólo de cualquier morbo, sino de cualquier recurso a la sensibilidad. Se percibe una dureza terrible pero no se la describe en lo más mínimo.
Es aquí donde retornamos a Gibson y a su Pasión.
Una de las cosas que más se ha criticado es su saña en mostrar los padecimientos del modo más real posible, provocando un completo rechazo sensible por parte del espectador. Aquí también creo que hay que distinguir dos cuestiones.
Por un lado se habló de una exageración. Creo que no sólo no exageró sino que se quedó muy corto (su rostro todavía parecía humano a diferencia del de la profecía de Isaías). Eso sin contar el sufrimiento espiritual (el principal) del cual no podemos tener noción: un Dios conciente de su divinidad humillado por sus creaturas.
Por otro lado aparece el asunto de la necesidad o conveniencia espiritual de movilizar la vida espiritual desde lo sensible. Aquí la cuestión es mucho más complicada. En general, y como el Oráculo nos enseñaba de la Biblia, pareciera que no es conveniente, que se trata de esas semillas que crecen rápido pero se mueren también rápidamente.
En cualquier caso también hay que admitir que el mundo al cual viene la película (que, repito, más allá de las críticas la veo anualmente) sólo capta lo sensible y, por otra parte, es completamente apático, indiferente, individualista, hedonista, etc. Es decir, es un mundo que necesita una buena sacudida que lo despierte de la modorra. Quizás, desde esta perspectiva, fuera un mal necesario.
De todos modos pareciera que hay algo natural en nosotros que nos lleva a comprender la crueldad de la cuestión sin necesidad de acudir a grandes derramamientos de sangre.
Esto lo pensaba el domingo al contemplar a mi hijita de dos años (la que está arriba del blog) durante la misa. Se alejó como de costumbre y se detuvo un rato a contemplar un crucifijo de tamaño natural sin casi nada de sangre ni cicatrices. Al rato volvió y haciendo puchero me dijo: Yesú tiene nana.
Natalio
Pd: En realidad, quizás Gregorio recomiende que la pequeñita vea la película mientras todavía es caperucita.
15 comentarios:
no me parece feliz el titulo
A mí sí, el título me parece muy bien. Pero no creo que mel gibson se haya pasado de rosca con la meustra de sangre. Es la realidad, te guste o no. Lo que pasa es que la tradición de escritura judía (mas alla de que el Evangelio se haya escrito en griego), no admite el nivel de detalle de homero, porque no se centra en eso.
Pero si los evangelistas lo hubieran representado en imágenes -y no escrito- hubiesen pintado algo semejante a lo que pintó gibson.
Guille Escudero
me llama la atención la forma de tratamiento del tema. aclárate, por favor, Natalio Ruiz. Aclárate.
p.d.I
Estimados,
rebelde: ¿tiene que serlo?
Guille: Me parece que, como dije en el post, es bastante menos cruda que la realidad. Lo de los evangelistas no lo entiendo.
Estimado p.d.I: Aclárame que quieres que te aclare. Aclárame.
Respetos.
Natalio
No entendiste porque no leíste bien. Lo que digo es que el tipo de escritura es limitante y no admite detalle. Porque los judíos no creían que la escritura fuese un arte (o no creían en el concepto de arte griego para la escritura). No tenían ningún tipo de arte literario ni podían tenerlo.
En cambio, si en lugar de escribirlo, lo hubiesen pintado, hubiera sido diferente, porque la pintura sí es un arte.
La peli de Gibson pasa por artísticia
y si ahora no entendés, volvé a leerlo varias veces Natalia!
Guille E.
Es verdad Guille, quizás si hubieran escrito una sinfonía también lo hubieran expresado así. ¡Qué pena estos muchachos que no se manifestaban más artísticamente!
Respetos.
Natalio
patético modo de reponsder Natalio. Ese tipo de ironías no son graciosas.
Guille
Estimado Natalio,
me gustó mucho su post, sobre todo por las distinciones que hace.
Hay un Evangelista iconógrafo. Los íconos expresan con imágenes lo que las Sagradas Escrituras dicen con palabras. El lenguaje de ambos es el mismo. El de Gibson, no.
Me gustó también mucho el post de Caperucita y estoy de acuerdo. Pero no lo aplicaría a La Pasión.
Muchos saludos,
SM
Estimado SM:
Gracias por su comentario.
Estoy de acuerdo con ud. en lo del lenguaje de la iconografía (aunque soy muy ignorante al respecto). En cualquier caso, la semejanza pasa por la austeridad de detalles sensibles.
Respetos.
Natalio
¡Hola Natalio!
Dadas las casualidades y las causalidades estoy leyendo de Simone Weil "La Ilíada o el Poema de la Fuerza" y dice algunas cosas parecidas a las que decís, te lo recomiendo, está dentro del libro de “La Fuente Griega”.
Por otro lado, coincido con SM me parece que el lenguaje del Génesis y de la Pasión es más escueto, puesto que es más simbólico, de la misma manera que los íconos lo son. Cosa que es lo que les hace la gran diferencia con las pinturas renacentistas.
De acuerdo estoy con el recurso a la sensibilidad, pero hay que ver en qué medida y con qué, puesto que, (ya que estoy hablando con un hombre argentino que supongo habrá hecho asado), no se alimenta el fuego del asado sólo con papel de diario, que arde rápido, se lo usa sólo para prender y dar un poquitin de fuerza, pero si las cosas fueran sólo de papel de diario arderían por menos de dos minutos y luego se apagarían dejándonos con un hambre atroz.
Por otro lado hay que ver como es que se entiende aquello de que nada hay en el intelecto que no haya pasado por los sentidos. No sea cosa que después de todo uno se vuelva empirista, pastelero.
Cariños
Mary Lennox
Gracias Mary por la visita, siempre es un gusto recibirla.
No leí el libro que cita, lo voy a buscar.
Completamente de acuerdo con lo de la iconografía y la escritura (de nuevo, dentro de mi ingnorancia) y con lo de los movimientos originados "sólo" en la sensibilidad.
Y en ese sólo es donde entra la cuestión del conocimiento sensible. Sobre esta cuestión partió un poco el comienzo de la reflexión en el primer post sobre el tema http://hombrecitogris.blogspot.com/2008/07/la-pasin-una-discusin-apasionada-parte.html
El asunto es no quedarse con eso sino que sea simplemente el motor de arranque (y no el único ni el principal), como el diario para el fueguito del asado.
Mis respetos.
Natalio
Aquí colaboro contra la fiaca antiposteo y dejo mi impronta
Un saludo
Por qué no aparece el número de comentarios desde la página madre del blog? Los vi recién. Muy bueno el blog (vengo leyendo todas las entradas cibernéticas). Coincido con Mary.
El caballero de la a. o.
Bua... natalio, decime qué fumás y cuándo es la próxima fumeta!! Inquisición ejercitada por laicos, qué bonito, qué bonito!!!!
Falta elaborar un index!!
El hombre no puede llegar a todos los lugares donde crece la maleza. Sepámoslo
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