lunes, 31 de agosto de 2009

Pauper, Servus et Humilis






I.

Tu vocación por la abyección
Es más arcana
Que la tejida
En las blancas entrañas de María.
Desde siempre y por siempre
Tú eres de Otro.
Tu delicia es
Lavar sus pies
Y aún sin Carne para Cruz
Vivir absorto, anonadado
En esos ojos que en el Amor te dieron Luz.
Y haces lo que ves.
Dices -y Tú eres tal decir-
Lo que escuchas al Otro.
Oh Verbo entregado sin retorno al Amor trinitario.

Y cuando falta hizo
Te lanzaste en cascada al Abismo.
Del Cielo a Belén,
A Egipto y Nazaret.
Bajaste a la hondura negra del Jordán
Y hasta al cráneo atemporal del rancio Adán.
Y cuando Cielo y Tierra convinieron
Al verte atravesar las raíces del averno
En suplicarte ¡detente!
Tu salto en caída libre
Voraz y refulgente
Siguió en bajada jovial
Gustoso, enloquecido, decidido
A usurparle al mundo, o a quien fuere
Del Orbe, el último lugar.

Y se detuvo
Quieto y mudo
Sobre la roca firme de este Pan primordial.
Oh soberbia arrogante de Adán:
Mira la dulzura
De Aquel que en blanca muda
Sin tremolar su divina figura
Mira desde abajo tu averno
Socavando sus cimientos
Anegando sus incendios
Reinando mudo
Desde las entrañas de un ácimo mendrugo
Último
Sin gracia ni hermosura
Más que aquella que otorga la locura
De un Amor extremo, o mejor: de desmesura.

II.

A veces hay que decirle que se vaya,
Como a un mendigo...
Pero él se queda allí,
acostumbrado como está a los insultos

Julien Green


Si alguna vez dijera, aunque temblando
¡largo de aquí! Con ademán y mando
Lo sé, y me estremece verlo:
Con inmutable gesto
Con Rostro blando, de pedernal secreto
Tú seguirías allí, de mi mirar sediento,
Impertérrito.
Mendigo imperturbable
Amigo inagotable.
Y con genuina ingenuidad delatarías
Lo que no es retórico erotema
Sino enigma y desconcierto para Dios:
¿Por qué me pegas?, dirías a media voz.
Y con mirar muy quieto,
Sereno y quedo
Ajeno a toda sorna
A mi lado quedarías
Imperturbable, recto
Aguardando tu limosna:
La devaluada Dracma de mi inestable afecto.



III.

En un sentido muy auténtico
Cristo estuvo de incógnito.
Y así continúa.

S. Kierkegaard


Cuando en un rapto de sensatez y cordura
Te expreso con seriedad y mesura:
“Crece Tú, y que yo disminuya”
Mi verbo se estrella y pulveriza
Ante tu Pan tan quieto tan sin prisa
Que me mira y eriza
Y susurra en suave brisa:
Deja eso para prédicas y libros
Tú crece hasta plena estatura
Que es para ello mi pena, mi herida, mi locura
Que crezcas en vida, en luz, en gran holgura
Mientras Yo sigo bajando a la raíz de tu negrura.

Déjame a Mí la sombra
Y asume tú la claridad
Come y contempla mi Pan taciturno
Y déjame ser en medio de tu mundo
El Secreto y el Callar
Lámpara debajo del altar
Infinito revestido del cero
León que protege con piel de cordero.
Y sé tú, desde las terrazas del orbe
La Voz sonora
Del consumido Verbo imberbe y mudo.
No confundas más:
Crece tú, come mi Pan
Y deja en paz Mí desmesura.
Que crezca en mi el otoño -que es la siega-
Y asume tú la primavera
Que entre ambos a este mundo ganaremos
No por otro atajo
Que este sagaz y secreto
Plan de trabajo.


el Athonita

6 comentarios:

Natalio Ruiz dijo...

Bellísmo en verdad.

Ahora, como para no perder el ritmo disputado y dentro del respeto que me merece el gusto del Athos, prefiero toda la vida esta otra versión: http://www.youtube.com/watch?v=NYCLYiXzdYI

Respetos.

Natalio

Anónimo dijo...

IMPACTANTE!!! Bello y purificante. Gracias Athos!
Sobre todo este pasaje/paisaje:

Oh soberbia arrogante de Adán:
Mira la dulzura
De Aquel que en blanca muda
Sin tremolar su divina figura
Mira desde abajo tu averno
Socavando sus cimientos
Anegando sus incendios
Reinando mudo
Desde las entrañas de un ácimo mendrugo

Así da gusto empezar la semana.

FRM

Juan Ignacio dijo...

Me ha gustado especialmente el segundo.
Muchas gracias.

Natalio Ruiz dijo...

Sigue Cristian con su bella secuencia sobre "lo que el signo muestra" en http://diosyayacucho.blogspot.com/2009/08/lo-que-el-signo-muestra-iii.html

Parece que se ponen de acuerdo con el Athos y van combinando poesía y prosa.

Respetos.

Natalio

edumangia dijo...

Me gustó, pero tengo que reconocer que me gusta más el verso athonita cuando baja libre (como en las oraciones al Cristo Orante y al Rey que duerme, que me acompañan siempre en mi Biblia). De todos modos, se confirma: para nombrar lo sacro, nada como la poesía.

María Eugenia dijo...

Hola!

Para mí esta es la más bella... soy fana de Luciano, pero además lo acompaña el Coro de Niño Cantores de Viena!! Podría morir en este mismo instante luego de haber escuchado esto. Igual me sorprendió Bocelli, porque su voz es más aterciopelada que la de Pavarotti, pero el gringo es el gringo.
http://www.youtube.com/watch?v=MFQAw-quwQo

Saludos,

María Eugenia.-