viernes, 24 de abril de 2009

Recreo comunicacional en el debate litúrgico


No me gusta hablar de temas que no conozco pero Rome (con quien solemos tener pocas coincidencias) me insistió a raíz de un viejo comentario. Tómese esto como dicho en una charla de café (aunque tomando un bella Imperial).

Viene bien para detener por un ratito las charlas demasiado religioso-litúrgicas-clericales (aunque se están poniendo cada vez más ricas e interesantes y continúan en los comentarios del post anterior).

El asunto trata sobre el Proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual.

Aclaro primero que el proyecto es demasiado largo como para leerlo íntegro por lo que las opiniones que vierta deben ser tratadas como mi primer (y última en principio) aproximación al tema.

Van comentarios a medida que surgen de la lectura superficial:

Lo primero que aparece, ya en los primeros renglones, es que se trata de un tema muy complejo porque se mezclan muchos intereses distintos (que van desde lo económico hasta lo público, pasando por la moral y la educación). La doctrina social de la Iglesia ha hablado bastante sobre el asunto y me parece ese un buen comienzo para afrontar la temática.

Es verdad que la situación de los medios de comunicación de hoy dista de ser transparente y clara como debería. No tengo una idea formada sobre cómo debiera ser la estructura (quién y con qué requisitos puede ser dueño de un medio de comunicación) pero me parece claro que hay algunos monopolios nocivos y peligrosos (el existente en el fútbol, que se menciona en el proyecto, es realmente escandaloso). Y me parece bien, en este sentido, que no se den licencias a sociedades por acciones que no permiten conocer la identidad de sus dueños.

Me parece de horrendo país bananero el empleo de etiquetas ideológicas en proyectos oficiales tales como "década del noventa" o "dictadura" para tachar, de modo automático, lo que provenga de aquellos tiempos. Debemos entender que las instituciones y las normas no obedecen a personas o tiempos, son buenas o malas por su adecuación con la naturaleza de las cosas o no y no por provenir de tal o cual gobierno o de tal o cual persona. Máxime cuando a ello se le suma el hecho de que este gobierno ha desempolvado normas de aquella época para usarlas a su antojo (como la ley de abastecimiento o la prohibición de las cláusulas estabilizadoras de la ley de convertibilidad).

Se hace bandera de la libertad de expresión quitando las restricciones de seguridad nacional. Si la palabra libertad se utilizara en su sentido real que, para el caso podríamos definirla como: posibilidad de recibir, difundir e investigar informaciones "públicas, verdaderas y permitidas" estaría bien. Cuando esa libertad no tiene límites concretos en su mismo enunciado, es un verdadero espanto. Esa libertad, así enunciada, permite afecciones a la intimidad de las personas diciendo lo que se quiere de quien se quiera (como el recordado caso Balbín que llegó a la corte, pero pueden poner cualquier programa de chimentos de la tarde); intromisiones en informaciones confidenciales o reservadas (como causas judiciales reservadas, secretos de sumarios, documentos oficiales no-públicos, etc); apologías de delitos y difamaciones; etc. y todo sin tener que afrontar responsabilidades en tanto se utilicen los requisitos de estilo (utilizar tiempos potenciales, indicar que viene de otra fuente, etc).

Las "cuotas de cine nacional" tampoco me gustan. En general no me gustan las "cuotas" obligatorias sino que prefiero los méritos o dignidades adaptados a una función (sea de las mujeres en legislaturas, los empleados en la conducción, etc.). En el caso del cine nacional, creo que su "sobreayuda" (con fondos, licencias y otros auxilios) lo ha perjudicado notablemente. Hoy cualquier pelafustán agarra una cámara, filma un par de cosas, le pone una música sentimental-grasa-crocante, se detiene en algún diálogo sin sentido y con alguna mala palabra que le otorgue "color autóctono"; y resulta que no importa que su película no la quiera ver ni su madre, a él le pagaron con los fondos de incentivación al "cine argentino". Tampoco me gustan las industrias cinematográficas donde la acción y el marketing no dan espacio a lo artístico pero debe haber un punto intermedio. Y, hoy por hoy, tomando porcentajes, el cine argentino es una porquería. (recuerdo que estoy hablando de balde, pero lo hago con amigos tomando birra.... che, llename el vaso que está pinchado).

Se pone a la moral cristiana como un "límite subjetivo" proponiendo, en cambio, criterios objetivos y establecidos por la ley. Esto es francamente una burrada. En primer lugar si hay un criterio moral objetivo es el cristiano, tanto es así que países, gobiernos o pensadores no cristianos lo han puesto como paradigma moral. Todo nuestro ordenamiento jurídico está basado sobre el sistema de la moral cristiana porque es nuestra idiosincrasia. Lean a cualquiera de los grandes civilistas y encontrarán que "orden público y buenas costumbres" se entienden siempre en todo nuestro ordenamiento jurídico como adaptación de los principios de la moral cristiana (que, por otra parte, son los de toda la cultura occidental). Y en segundo lugar, establecer criterios "legales" para juzgar el contenido moral de contenidos es, además de impropio utópico porque requeriría una casuística inmensa que excede el marco de cualquier reglamentación. Justamente la "objetividad" se logra buscando "otro" sistema completo de moral, y cuya autoridad y criterio provengan de "otra" fuente.

Bueno, llegué a la mitad del cuadrito comparativo y ya me quedó demasiado extenso. Por lo pronto, espero haber cumplido un poco con Rome.

Después de la pausa........ regresamos con el sacerdocio universal y la liturgia (que sigue interesantísima en los comentario).

Natalio

4 comentarios:

Fernando dijo...

Querido Natalio:

He leído con mucho interés el post. Siempre es fascinante leer cosas sobre la vida política cotidiana de otros países que no salen en nuestros periódicos.

Uno de los temas que tratas, el de las cuotas y las subvenciones al cine, coincide exactamente con el caso español. Los cineastas cobran mucho dinero, tienen cuotas como las vuestras, y a cambio apoyan todos a Zapatero y al partido socialista. Se ha sabido hace poco que los cineastas ingresan más por subvenciones que por taquilla. Esto es un escándalo, pero hemos llegado a ello porque el cine español es peor, casi como lo que tú ridiculizas del argentino.

Y también en España hay grandes discusiones por lo que apuntas del control de los contenidos: los amigos de la libertad de expresión queremos que lo que pueda haber de ilegal lo controlen los jueces, pero los amigos de los políticos van creando Consejos Audiovisules, llenos de políticos, para controlar a los periódicos, radios y teles. Esto mismo funciona en Europa, con la diferencia que allí son independientes.

En cuanto a los contenidos éticos, mejor no hablarlo.

No me he atrevido a abrir el enlace del Proyecto de Ley que pones.

Natalio Ruiz dijo...

Con el cine español me pasa algo parecido a lo que me ocurre con el argentino. Igual creo que tienen todavía bastante más nivel que nosotros.

El asunto de los contenidos es verdaderamente delicado. Porque de un extremo puede ser utilizado como un arma ideológica y su no utilización puede arruinar a una población entera.

Gracias Fernando por tu visita y el comentario.

Respetos.

Natalio

Rome dijo...

Natalio:

Vengo leyendo el documento y basicamente estoy mas a favor que en contra en los temas que va desarrollando.
Comparto alguna de tus impresiones, como por ejemplo "ley de la idctadura". La ley esta vigente desde hace 25 años de democracia ademas de los anteriores de dictadura. Osea que fue hecha en la dictadura y avalada por 25 años de democracia.

De los temas que planteas, yo comaprto el tema de las cuotas, como una especie de "proteccionismo", del que soy favorable. Lo mismo que tampoco comparto tu punto de vista respecto del cambio de moral crisiana por el de leyes. Yo no puedo pedir que si la mayoria del pais no es catolico, se tenga que regir por leyes catolicos. Si estoy convencido en las cosas en la que estoy) hay varios caminos para que esas cosas sean ley y sustentadas por la gente: el compromiso diario en el trato con el otro, el transmitir los valores que uno cree buenos, el meterse ne politica para ser elegido y proponer esos valores, etc.

Pero te voy a cambiar el rumbo. Posiblemente nuestras disidencias sean fuertes aqui tambien. Pero valoro y rescato de manera mas que elogiable, que mas alla de nuestras peleas anteriores hayas podido "escucharme" y tomarte el tiempo de leer algo que no es de tu mayor interes, solo para responder mi inquietud.

Eso solo alcanza para retirarme feliz de este post, aunque en la profundizacion posiblemente miremos para lados bien diferentes.

Saludos,
Rome

Natalio Ruiz dijo...

Me alegra que se alegre Rome.

En lo de las cuotas la verdad es que no tengo idea, pero me parece que "sobreabunda" el cine nacional y no se necesitan méritos o capacidades para filmar una película.

Con relación a la moral en planteo va por otro lado que el tuyo.

Si yo digo (en el caso la ley) que quiere buscar un parámetro "objetivo" debo buscarlo fuera de mí mismo (fuera de la ley) porque si no no es objetivo sino "subjetivo" respecto de la misma ley (subyace en ella misma). Ahí está el problema, es contradictorio decir que busca crear, la misma ley, su propio sistema moral objetivo. Es como si ud. dijera voy a buscar una opinión "objetiva" me lo voy a preguntar yo mismo....

Por otra parte no es moral católica sino cristiana y es el pilar moral de todo occidente, no por motivos religiosos sino sociales.

En fin, temas largos.

Respetos.

Natalio