viernes, 14 de agosto de 2009

Cuando el modelo modela

Ars curandi recargado y con ícono made in Athos


La Iglesia celebra en agosto el día del santo Cura de Ars: san Juan María Vianney.

Este año ha tenido un cariz peculiar la fiesta pues nuestro amado y audaz Papa Benedicto ha innovado en el asunto con algunos aditamentos que no todos han sabido o querido reparar:

1. Estamos en el corazón, epicentro, del año sacerdotal, que inauguró el Papa el día del Corazón de Jesús, pero que tiene por centro fontal y motivo los 150 años que se cumplen ahora de la muerte del santo Cura de Ars, el 4 de agosto de 1859.

2. El Cura de Ars, desde la época de Pío XII, creo, era patrono de los curas párrocos, y de ahí que se festejara desde entonces el día del párroco en este día. Pero Benedicto ha querido proponer a san Juan María Vianney como modelo para todos los sacerdotes. Y para resaltar con doble subrayado esta intención ha querido modificar ese patronazgo para ampliarlo hacia todos los sacerdotes, más allá del cargo pastoral o carisma específico que ejerzan en la Iglesia.
El santo Cura es, desde este año, patrono universal de todos los sacerdotes.

3. Patrono significa varias cosas. La palabra sola ya ofrece una amplia grilla de alusiones. Patrón es jefe, es el que manda, el que dice qué hacer. Patrón es protector, guardián, defensor. Pero patrón también es medida, typo, “modelo que sirve de muestra para sacar otra cosa igual” dirá la RAE en su novena acepción.

4. Así las cosas, como el Mundo financiero tiene (o tenía) su “patrón oro”, nosotros tenemos a nuestro “patrón Vianney”, que no sólo es oro porque ora por nosotros, sino porque es indeleble su modelo. A eso apunta —creo yo— la audaz medida papal.

5. ¿Por qué audaz? Porque los últimos lustros han intentado desplazar al santo Cura no del patronazgo protector pero sí del patronazgo modelante para el sacerdote posconciliar del tercer milenio.
Vianney —según estos aires llamativos y extraños, pero extendidos— es un modelo perimido: el del sacerdocio tridentino. Ya fue. Ni su estilo de oración, ni su penitencia, ni sus horas de confesionario, ni sus opciones pastorales responden ya al sacerdote que necesitamos.
Y este dislate corrió. Con patas cortas, como toda mentira, pero corrió. Hasta que se topó con un Mago blanco que le dijo: ¡detente!
Y reinstaló en el epicentro de la visual a la santidad de este sencillísimo cura rural. Para que todos los curas del mundo volvamos nuestros ojos hacia Ars, y aprendamos qué significa ser cura y cómo se ejerce ayer, hoy y siempre este maravilloso Misterio-Ministerio.

6. ¿Significa esto que el Cura de Ars agota todo el modelo sacerdotal?
No, no significa eso. Empezando por el mismo Cristo, Único Sacerdote, son modelo de sacerdocio los Apóstoles, pasando por todos los Padres latinos y griegos, los pastores y doctores del Medioevo y los santos curas de la Modernidad también. Y claro que sí: los de nuestros días, cómo no, también.

¿Y entonces?...

Modelos pueden haber muchos. Pero Patrón —y Patrón universal— refiere a uno solo, como parámetro y criterio para todos.

Y a eso apunta —en mi humilde hermenéutica— la medida pontificia.

Los vietnamitas no perderán su devoción por sus santos curas Ngon, Van Xuyen, Ninh y demás; ni los austríacos por Jacobo Kern, ni los puertorricenses por el beato Rodríguez Santiago; ni los daneses por Stensen, ni los holandeses por Tito Brandsma, ni los de Uganda por Lwanga... pero la idea, el plan, el “logos” del año sacerdotal no es que cada región se vuelva provincianamente a sus oriundos, sino que podamos todos mirar de modo diáfano e inequívoco a un solo y mismo modelo para todos.

Y para eso: el santo Cura de Ars.

Su vida. Su ministerio sacerdotal. Su piedad. Sus opciones pastorales. Su pobreza. Su caridad. Sus acentos y opciones. Su devoción eucarística; sus horas y horas de confesionario; sus ayunos y sus desvelos; su ternura con los niños, su llanto por los pecados de su pueblo. Y su despojo y caridad exquisita e incansable por los más pobres.
Su “el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra sino en el Cielo”; como su “orar y amar”. Su “concédeme la conversión de mi parroquia; admito para ello sufrir lo que queráis durante toda mi vida”; como su “no es posible ofrecer una danza como expiación de las faltas”. Su “sólo la oración nos hace capaces de amar a Dios”, como tantas otras aguas vivas que nos bajan, cristalinas, frescas y puras, desde la fontana de Ars.

No tengo nada contra el cardenal Pironio ni contra el cura Brochero. Ni contra Brandsma ni Lwanga. Pero este año no, este año la propuesta es una y nítida: un año sacerdotal con los ojos muy fijos en el ejemplo de vida que nos llega y lega el santo Cura de Ars.

Ya no patrono sólo de los párrocos, sino patrono universal del sacerdocio católico. Ya no sólo modelo tridentino, sino modelo del sacerdote para el tercer milenio.
Ciertamente: un modelo intenso, picante, exigente, de un radicalismo evangélico que puede darnos vértigo. Pero es ese el genuino antídoto al masomenismo que todos padecemos como hijos de estos tiempos diluyentes...

Dios nos dé la gracia a todos los curas de no acobardarnos, de no echarle soda al vino fuerte, de no patear al corner... y cabecear el centro impecable que se nos regala en la puerta del área.

el Athonita


6 comentarios:

Pablo dijo...

Tenemos que rezar especialmente por nuestros curas. Y a la vez pedirles que recen por nosotros.

Un gran abrazo al Athonita y a los otros que leen y participan aquí.

Juan Ignacio dijo...

Oh, qué bien, qué bueno. Saludaré a los curas que tenga próximos. Nunca es tarde.

Milkus Maximus dijo...

Como siempre, lo más renovador y refrescante es volver a las fuentes, y en eso me parece que Benedicto XVI se ha vuelto un experto.
Un modelo sacerdotal que no es ni psicólogo, ni asistente social, ni "amigote", ni acompañante terapéutico, sino cura. Sencilla e inmensamente cura.

Rezemos por nuestros curas para que sean curas, que en estos tiempos de confusión, no me parece poca cosa.

Sebastiano Landro dijo...

Los curas son esencial para el crecimiento en la fè. Por eso ellos son llamados a testimoniar una vida al servicio de dio e del proximo.

Anónimo dijo...

Un abrazo al Athonita y rezo para que sea "otro CRISTO" del viejo linaje de Melquisedec.

Terzio dijo...

Muy bien. Muy bien dicho.

...pero el icono de la ilustración es feo, feo, feo.

El Santo Cura de Ars no ha tenido una iconografía muy afortunada (excepto unas cuantas esculturas, y poco más); pero ese icono es de lo peorcito que he visto: Ni es artístico, ni es devoto, ni se ajusta al modelo (el detallito del pan sobre el mantel y otros cuantos más, no comment).

Con perdón.

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