lunes, 14 de julio de 2008

La pasión: una discusión apasionada (parte I)


Desde que salió La Pasión (hecha y dirigida por Mel Gibson) se armó un despiporre fenomenal entre todas las filas católicas (y, en general, en las cristianas y otras religiones pero no es el tema).

Se escucharon voces en todos los sentidos y para todos los gustos: "es una carnicería"; "está inspirada por el Espíritu Santo"; "es morbosa"; "Mel Gibson es el profeta de la cristiandad"; "es el evangelio según Hollywood"; "al que no le gusta es hereje"; etc, etc, etc..... Entre espadas y cimitarras cualquier opinión es tildada de algo para diestra y siniestra.

En este contexto voy a dar mi opinión sobre el tema en dos posts (en principio). En el primero (que es este como habrán imaginado) voy a adentrarme en la cuestión desde el punto de vista general. En el segundo abordaré las cuestiones que suscitó la película con mi opinión al respecto.

Empecemos por lo general.

A decir verdad, el tema me resulta realmente complicado. Cualquier intento de hacer nuevamente visible a "la imagen visible del Dios invisible" me parece horrenda, peligrosa y casi sacrílega. En definitiva se está creando, de un modo conciente, una caricatura.

Esto se agrava cuando luego vemos a Cristo disparando armas de fuego en otro canal o la bellísima Magdalena desnudándose en otra película. El problema de este punto creo que está en la necesaria sacralidad para referirse a Dios. Es decir, elegir lo mejor y separarlo para Dios. En este sentido no creo que hubiera sido tan difícil para Gibson elegir actores desconocidos (o no tan masivamente conocidos como en el caso de María) aunque, evidentemente, tenía que haber algo de show.

Los problemas que mencioné en cuanto a la imposibilidad de recrear la imagen de Cristo con algún sentido y la necesaria sacralidad (en cuanto separación de la obra en todas sus partes del resto de las cosas) me han llevado a un amor por la iconografía donde encuentro un equilibrio estable.

Ahora bien, si no fuera católico la cuestión terminaría allí, pero resulta que la Iglesia nos ha enseñado en su Tradición a rezar "con y por medio de" imágenes. En este lugar se impone una aclaración: muchos "católicos" (de esos que hacen gala de su formación y catolicismo) no tienen reparos en autoproclamarse "iconoclastas". El uso de la palabra, y peor su significación, son hartamente peligrosos en tanto es algo expresamente condenado por la misma Iglesia (II Concilio de Nicea).

Y entonces debemos recapitular lo dicho, en cuanto a la recomendación de las imágenes, a la luz de un "por qué".

En primer lugar porque la imagen posee un lugar privilegiado en el proceso de conocimiento humano, en tanto afianzamiento de lo percibido. Cuando lo percibido es, justamente una imagen, el conocimiento se acelera considerablemente. Esto que se sabía con claridad desde el punto de vista de la epistemología, traducido vulgarmente como "una imagen vale más que mil palabras", leí hace poco que tiene ahora también una explicación médico-neurológica. La enseñanza de la Iglesia en lo referido a esto pasa por la explicación de la encarnación como último fundamento de la necesidad de las imágenes.

Y en segundo lugar porque la imagen es siempre un signo que remite a algo significado. Si nos quedamos contemplando la imagen sin remitirnos a lo que ella nos conduce somos como el tonto que mira el dedo cuando éste señala la luna. Aquí la enseñanza de la Iglesia impone hacia las imágenes el trato, respeto y veneración que se le debe a lo que representan.

A esta altura se podría discutir si lo dicho respecto de las imágenes vale, sin más, para una película. Creo que la cuestión es muy compleja y, sin ánimo de resolver la cuestión, arrojo (sin mucha convicción) mi opinión al respecto: merece respeto por lo que evoca pero no veneración (en tanto hay actores y una interpretación de por medio).

Esto es demasiado por hoy, la seguimos en la próxima. De todos modos, invito a gente de buena voluntad a tirar ideas que colaboren en el discernimiento de la cuestión.

Natalio.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos dejó sin palabras a todos, estimada natalia.

Natalio Ruiz dijo...

Estimado anónimo:

Veo que me cambió de "género".

En cualquier caso, hoy está bien visto por lo que no tengo mas que disculparlo(/a?).

Mis condolencias.

Natalio

Terzio dijo...

La peli de Gibson es una más entre las demás de su género, con el particular de ciertos "aditamentos" al gusto del momento, que la identifican. El tiempo la pondrá en su sitio.

La única de ese género que me sigue emocionando es Il Vangelo secondo Matteo, del Passolini. Como las buenas obras de arte, mejora con los años (y si la comparas, más).

'

Anónimo dijo...

tal vez valga reflotar aquella distinción tan valiosa de Guardini entre la imagen sagrada y la imagen de culto. Uno no se hinca ante una Madonna renacentista (que después posa para hacer de duquesa). La iconografía -en su sentido amplio- habilita la corriente de gracia porque salva la distancia entre el signo y su significado, al modo del símbolo. El naturismo tautológico de la imaginería Occidental post-románica es -creo yo- la raíz (histórica y lógica) del iconoclasmo de la Reforma.
Gibson logra una imagen religiosa. Y muy lograda, a mi gusto. Pero ciertamente no logra (ignoro si lo pretende o no) una imagen (móvil) de culto.

La distinción de Guardini -valga tal vez para otros post- es aplicable con cuidada analogía a las demás expresiones de lo sagrado: el texto y la música, sobre todo.

Lo felicito por su blog. Por sus contenidos y por algo... que no sabría verbalizar bien... diría: por el buen clima que se respira aquí. Da gusto la visita.-

Silvano

Natalio Ruiz dijo...

Estimado Terzio: Ha sido una grata sorpresa su visita. Sus blogs me han apabullado de entrada. Ya tendré tiempo de visitarlos con la tranquilidad y el detenimiento que merecen. En cuanto a la película que menciona, confieso en mi ignorancia que no la he visto ni conocido hasta hoy. Procuraré verla y después le comento. Es verdad lo del tiempo.

Estimado anónimo: La distinción que ud. menciona como de Guardini es una distinción tradicional muy arraigada (no sabría desde cuando) entre el arte religioso y el arte sacro. Dicha distinción se funda, justamente, en la finalidad de la obra. En cualquier caso, creo que la cuestión se mantiene complicada por la temática y el modo de la película.

Comparto y admiro lo preciso y ajustado de sus afirmaciones aunque me confieso demasiado bruto para opinar al respecto. En cualquier caso, amén a lo de la iconografía.

Gracias por las flores, la idea es que se cree un lugar agradable para discutir de temas interesantes.

Mi agradecimiento y mis respetos para ambos.

Natalio